El trágico atropello mortal que causó la muerte a dos ciclistas y dejó heridos a otros seis en A Guarda en marzo de 2016 llevó a la Consellería de Infraestruturas y Mobilidade seis meses más tarde a rehacer el polémico carril bici construido en paralelo a la carretera PO-552, que une Baiona con A Guarda. La Xunta retiró los polémicos bloques de hormigón que los deportistas de las dos ruedas consideraban "trampas mortales" y habilitó un arcén para entrenar en bicicleta y una senda mixta para la circulación de peatones y bicis de paseo. Tras cumplirse tres años de aquel fatídico accidente, el departamento autonómico que dirige Ethel Vázquez somete a examen y da e laprobado la modificación del tramo, que supuso una inversión de más de 800.000 euros. Los afectados también dan su visto bueno a la remodelación del arcén, aunque piden más seguridad.

Las graves consecuencias del siniestro todavía no se han resuelto en los tribunales. El conductor nonagenario que arrolló a los ciclistas todavía no ha sido juzgado y las acusaciones particulares le reclaman 4 años de prisión y más de 2 millones de indemnización, mientras que la Fiscalía aún no se ha pronunciado. Pero en el ámbito administrativo, las medidas adoptadas parecen haber surtido efecto. Así lo consideran fuentes de la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade tras el estudio del tráfico encargado.

Las mediciones se han realizado en una jornada laboral y en día festivo durante el invierno en dos puntos: en Baredo y en Goián. El tramo baionés es el que más ciclistas alberga -más de 200 de lunes a viernes y casi el triple en sábado o domingo- mientras que cerca de A Guarda son cerca de medio centenar los que pasan en día laboral y poco más 250 en fin de semana. Con los peatones y bicicletas de paseo, la comparación es similar. Por Baiona pasan 51 entre semana y 131 sábado o domingo y en Goián 15 y 5. Respecto a los vehículos a motor, gana con claridad el tramo al sur. Por Goián pasan 7.340 a diario y 6.552 en fin de semana, mientras que por Baiona, lo hacen 1.642 de lunes a viernes y 2.525 en jornadas no laborables.

Ante estos datos, a la espera de una nueva medición a lo largo del verano y tras reducirse el número de siniestros después de la obra, la consellería considera "eficaces" las medidas adoptadas. "Entendemos que o resultado acredita o éxito da actuación e que os ciclistas non se poden confinar na senda", indican desde el departamento autonómico.

Argumento que comparten desde clubes como Ciclismo Oiense, cuyos 40 ciclistas federados y otros muchos aficionados se entrenan a diario en la zona. Su presidente, Carlos Alonso, califica de "boa" la solución de retirar los bloques de hormigón que separaban la calzada del antiguo carril bici "porque nos permite pasar da estrada á senda con facilidade", pero asegura que "non é perfecta". Las obras dejaron un arcén de apenas un metro que considera "insuficiente". "Se houbera arcéns de dous metros aos dous lados da estrada gañariamos moito en seguridade", recalca además de pedir "sentido común e respecto" a todos los usuarios del vial, tanto los que van a pie, como los que circulan a dos ruedas y a cuatro.

"A educación é a medida máis efectiva", señala Alberto Vilar, miembro de la peña ciclista Os Mansos que vivió el fatídico atropello mortal en marzo de 2016 en primera persona. También valora la remodelación del espacio para ciclistas y peatones que llevó a cabo la Xunta tras el siniestro como "unha mellora na seguridade porque nos permite ter escapatoria". Pero advierte de que "hai tramos aínda moi inseguros, porque non teñen arcén ou ben porque están pouco sinalizados". Reclama más señales para advertir a los conductores de la distancia de 1,5 metros de seguridad con los ciclistas porque "por aquí pasan moitos coches de Portugal que non coñecen esa norma nin teñen costume" y porque "convén lembralo". En cualquier, caso apunta a que "o que precisamos é un cambio cultural na forma de conducir e de convivir todos os tipos de vehículos na carretera que debemos divulgar nos colexios".