El departamento municipal de Urbanismo de Redondela, dirigido por Carmen Amoedo, ha notificado este año a más de 700 propietarios de terrenos en las zonas rurales para que los mantengan en buen estado, despejados de maleza, para evitar incendios forestales.

Entre enero y septiembre fueron tramitadas por la Concejalía de Urbanismo más de 160 denuncias, igualando ya la cifra del pasado año. "Desde el departamento de Urbanismo se está realizando un gran esfuerzo para conseguir que la gente tenga sus propiedades en condiciones de seguridad y salubridad para evitar riesgos para el resto de los vecinos", explica Amoedo.

La normativa municipal establece una franja de protección en las zonas de monte con viviendas para minimizar los daños en caso de incendios forestales, obligando a los propietarios de los terrenos a mantener en el perímetro de las casas aisladas un espacio de 30 metros despejado de maleza, eucaliptos, pinos, y la franja entre los 30 y los 50 metros debe permanecer desbrozada y los árboles tienen que estar bien separados entre sí. Además se deben sustituir las especies como los eucaliptos, pinos y acacias por otras variedades de frondosas autóctonas como castaños, robles, nogales, avellanos, etc.

En edificaciones de uso comercial, industrial o servicios, instalaciones agroganaderas o forestales se mantendrá una franja de seguridad de 50 metros, en iguales condiciones que las casas aisladas.

Desde el departamento de Medio Ambiente también se está realizando un seguimiento de aquellos terrenos pertenecientes a las múltiples infraestructuras y servicios radicados en el término municipal, como las carreteras provinciales, autonómicas y nacionales, la autopista AP-9, la red ferroviaria y la red eléctrica, requeriéndoles a todos estos organismos que mantengan sus propiedades en óptimas condiciones de limpieza.

Finalmente, también se está en contacto permanente con los representantes de la Consellería de Medio Rural al efecto de que realicen el control en las zonas que son de su competencia.

Esta línea de trabajo no solo es recomendable como una medida de prevención de cara a proteger viviendas y bienes próximos a zonas arboladas y de explotación maderera, sino también como aprovechamiento de la riqueza forestal, como un bien divulgativo para actividades ambientales o de recreo, e incluso como un nuevo aprovechamiento económico para las comunidades de montes.