La parroquia de Viladesuso, en el municipio de Oia, ofrece desde ayer un singular atractivo a los vecinos y visitantes de las comarcas de Val Miñor y Baixo Miño: las Sobreiras do Faro. Los comuneros de la zona abrieron ayer al público este espacio natural, cargado de riqueza ecológica y etnográfica, que se convirtió hace unos meses en el primer Espacio Privado de Interés Natural (EPIN) de Galicia. Su ubicación y su población de "sobreiras", alcornoques en español, lo convierten además en el bosque mediterráneo más occidental de Europa.

Hasta el día 15 de septiembre, el espacio estará disponible todos los días de 10.00 a 18.00 horas. Después, la comunidad de montes, presidida por Rafael Lomba, espera abrirlo los fines de semana y festivos y trabajar con grupos de escolares y paquetes turísticos.

Las visitas guiadas son el arranque de un proyecto integral de puesta en valor de la zona por su interés turístico, pero el plan incidirá también en su aprovechamiento económico. En el futuro la sociedad mancomunada prevé sacar al mercado productos autóctonos y ecológicos con la marca Sobreiras do Faro, entre ellos miel, castañas e incluso carne de potro.

Los comuneros reciben a los visitantes tras años de trabajo en una profunda limpieza del recinto de 9 hectáreas, gestiones ante la Xunta, eliminación de eucalipto y repoblación con frondosas.

Por el momento, han habilitado una ruta de senderismo de 3 kilómetros a la que los visitantes acceden tras pagar 3 euros de entrada y trabajan en la dotación de otras dos. Tras adentrarse por ellas en el enclave ubicado entre el Monte de Pousiño y el Monte do Faro, que confluyen en torno al río Broi, los visitantes descubrirán un valle ornamentado con la belleza de los alcornoques y otras especies como los perales silvestres, robles, castaños y hasta fresas salvajes.

Si lo que buscan es contemplar la fauna, podrán encontrarse con halcónidos como gavilanes, anfibios como tritones ibéricos, diversos reptiles, algunos escasos como la salamandra rabilarga, conejos, jabalíes, tejones y, por supuesto, caballos salvajes.

El paisaje también los encandilará, tanto desde el fondo del valle,como desde los tres miradores hacia el Atlántico.

Hallazgos y leyendas

Todo este patrimonio natural ya existía en el valle del río Broi, pero los comuneros han realizado un importante trabajo de puesta en valor con limpieza, retirada de madera quemada, maleza y colocación de cartelería para facilitar su observación.

La parte cultural también adquiere gran peso en el recinto. Contiene hallazgos prehistóricos como petroglifos y se investigan otros nuevos. Tras varias catas en el terreno, se han hallado piezas de cerámica y huesos, a estudio para determinar su antigüedad.

Los guías de las excursiones también relatarán las antiguas leyendas que cuentan los vecinos más veteranos sobre un túnel milenario, una silla de piedra de un antiguo monarca o una fuente de agua curativa.