Entre la decepción y la esperanza

El Celta pierde en Villarreal después de protagonizar una de las peores primeras partes de los últimos tiempos

Los de Benítez reaccionaron tras un penalti injusto y rozaron el empate con los goles de Larsen y de Douvikas

El Celta cierra el año de su centenario con otra actuación decepcionante que le llevó a regalar la primera parte al Villarreal y solo supo reaccionar cuando el árbitro le regaló una pena máxima al conjunto castellonense para alcanzar un 3-0 que parecía definitivo al inicio de la segunda mitad.

Ante una nueva situación crítica surgió la afouteza celeste y los goles de Douvikas y Larsen en apenas cinco minutos dieron esperanzas para encadenar la quinta jornada sin perder y evitar que un rival directo por la permanencia cobrase mayor diferencia en la clasificación. Pero la reacción resultó insuficiente, pese al dominio y las ocasiones, y los de Rafa Benítez se van de vacaciones navideñas en puestos de descenso y con la preocupación de que sin un cambio radical en la dirección técnica y en el rendimiento de algunos jugadores no habrá opciones de evitar la pérdida de categoría que viene amenazando al equipo en las últimas temporadas.

Resulta curiosa la transformación del Celta en las últimas jornadas. A medida que ha ido sumando puntos, su juego se ha empobrecido de una forma preocupante. Los actuales halagos a su buen juego no están fundamentados en sus últimas actuaciones sino en las del inicio del campeonato, cuando los de Benítez plantaban cara a cualquier rival, aunque no sabían rematar la faena o sufrían graves errores arbitrales.

Ayer, los celestes se presentaban en Villarreal después de encadenar cuatro jornadas sin perder, pero los seis puntos sumados no han supuesto una mejoría en su juego, todo lo contrario: han sufrido un alarmante retroceso en la elaboración y calidad del juego, impropia de un equipo de la máxima categoría. El balón se ha convertido en un elemento extraño en los pies de buena parte de los jugadores, incapaces de hilvanar una jugada y regalando la pelota en todas las zonas del campo.

Así se comportó ayer el Celta durante toda la primera mitad. El marcador de 2-0 parecía corto teniendo en cuenta las ocasiones del Villarreal, que arrolló a los de Benítez. Solo las intervenciones de Guaita impidieron una goleada de un Celta desorientado, que maltrataba al balón y que dejaba pasar al rival sin oposición para que pusiese a prueba al guardameta celeste. A los 13 minutos, tras generar cuatro claras ocasiones de gol, Pedraza cruzó el balón desde la izquierda para abrir el marcador.

El Celta no aparecía en ataque, incluso cuando los locales bajaban el ritmo para preparar una nueva ofensiva. Y en el minuto 40, Mandi enganchó un rechace de Guaita para dejar en evidencia a un Celta que protagonizaba una de sus peores actuaciones de los últimos tiempos.

La lamentable imagen de los de Benítez exigía una respuesta inmediata del entrenador madrileño, que aprovechó el descanso para dar entrada a Mingueza, Manu Sánchez y Carlos Domínguez. Los dos primeros podían poner más sentido y calidad al juego y el canterano sustituía al lesionado Starfelt.

En la primera jugada del segunda tiempo, Soto Grado quiso poner más difícil la reacción del Celta inventándose un penalti de Kevin sobre Alberto Moreno que Parejo no desperdició para poner el 3-0. Parecía que ese gol significaría la sentencia de muerte para los célticos, pero entonces el equipo sufrió la transformación esperada con la entrada de jugadores de mejor pie. Mingueza, como interior derecho, fue el protagonista del partido. En el minuto 51 ejecutó una falta que Douvikas remató a gol tras desviarla un zaguero del Villarreal. El equipo de Marcelino García entraba en pánico. Cinco minutos después, Larsen anotaba el segundo tras un remate que desvió un defensa.

El Celta había empequeñecido a un rival que se encerró en su campo y esperó a salir vivo de la avalancha que organizaban los de Benítez. Cada centro, cada llegada al área de los amarillos se convertían en una ocasión para los célticos, que acariciaban el empate en cada acción ofensiva.

Lesiones, golpes, interrupciones... El partido había entrado en una dinámica diabólica, en la que el Villarreal parecía condenado a sufrir una humillación. Pero no llegaba ese remate certero y cuando llegó, el portero Jorgensen casó una mano prodigiosa para evitar el segundo gol de Larsen tras un remate de cabeza a saque de esquina.

A Benítez no le funcionó el cambio de Miguel Rodríguez por Kevin Vázquez porque retrasó a Mingueza al lateral derecho y el Celta perdió la superioridad que había generado el futbolista catalán en toda la segunda mitad y que había propiciado el ridículo del Villarreal.

Como había ocurrido en otras ocasiones, al Celta le faltaba tiempo para voltear un resultado en contra que regaló en una primera mitad infame pero que estuvo a punto de enmendar en una segunda mitad en la que tiró de orgullo y afouteza. Y esa es quizás su mayor desgracia porque los últimos resultados positivos han llegado con el peor juego. A partir de ahí, Benítez ha ido modificando un once que en las últimas jornadas ha dejado de lado el buen fútbol.

Ayer apostó por Douvikas para cubrir la ausencia del sancionado Aspas. El griego tuvo una magnífica actuación en la segunda mitad y se ha ganado la titularidad. Ahora le toca a Benítez encontrar el sistema en el que pueda jugar junto a Aspas y Larsen. Cuando resta una jornada para concluir la primera vuelta del campeonato, el Celta ofreció ayer su peor imagen en una primera mitad que le condenó para el resto del partido.