Las lecciones de Claudio

El técnico porriñés lleva de nuevo al Celta Fortuna a las posiciones de ‘playoff’ tras una profunda renovación de plantilla y con muchos canteranos

Giráldez, en el partido contra el Unión de Irún.

Giráldez, en el partido contra el Unión de Irún. / MARTA G. BREA

El Celta Fortuna ha regresado a los puestos de play-off en los que finalizó la temporada pasada. En ambos casos, el filial céltico ha ido de la mano de Claudio Giráldez González (O Porriño, 1988), un entrenador de la cantera que sueña con dirigir al primer equipo. El Celta Fortuna está en racha: viene de ganar en Riazor al Deportivo y de golear a un Real Unión de Irún que se presentó en Barreiro como segundo clasificado del grupo norte de la Primera RFEF. Con un equipo plagado de canteranos, el filial celeste practica el mejor fútbol de la tercera categoría española. Nada frena su constante crecimiento: ni las lesiones ni la profunda renovación de la plantilla llevada a cabo el pasado verano. Enormes son las expectativas que despierta el equipo dirigido con mano maestra por quien no rehuye la autocrítica cuando los resultados no acompañan. Todo esto ha convertido a Giráldez en el candidato favorito de buena parte del celtismo para dirigir al primer equipo vigués.

De hecho, la brillante trayectoria del Celta Fortuna (cuarto clasificado con 14 puntos en 8 jornadas) contrasta con el mal comienzo de campeonato del primer equipo celeste, que dirige Rafa Benítez. El proyecto deportivo del veterano y laureado técnico madrileño no acaba de cuajar en Vigo, por lo que cada día que pasa son más los aficionados que se suman a los deseos de que Giráldez sea el relevo natural.

El curso pasado se discutió entre la hinchada la posibilidad de que el club le diese la alternativa a Giráldez si no renovaba su confianza en Carlos Carvalhal. Ante los comentarios a su favor, Giráldez se mostró respetuoso, pero sin esconder sus ambiciones: “Respeto mucho al club y al míster del primer equipo, también al trabajo que hay detrás y que no se ve de los cuerpos técnicos y los directores deportivos. Yo intento ayudar en donde pueda. Este año me tocó ayudar en el filial; el anterior, en el juvenil; y antes, en categorías más bajas. Conozco bien este club, soy celtista y estoy aquí para ayudar y para prepararme”, señaló.

A sus 35 años, Giráldez ha cubierto casi todas las etapas como entrenador de la cantera del Celta, a la que llegó en 2015 para hacerse cargo del Cadete B. Director deportivo del Porriño Industrial desde julio de 2014, compatibilizaría este cargo con el de técnico en A Madroa hasta julio de 2019. El Cadete A y los dos juveniles célticos fueron los pasos previos de Giráldez antes de convertirse en entrenador del Celta B. Mientras dirigía al segundo equipo juvenil céltico, el porriñés también estuvo al frente del Gran Peña, que se convertiría más tarde en el segundo filial del Celta.

“Mi sueño es poder entrenar al primer equipo y creo que me estoy preparando para ello. Creo que estoy preparado para poder llegar al primer equipo y luego ya es decisión de la gente que está por encima de mí si darme o no la oportunidad algún día”, dijo en una de sus comparecencias públicas.

A quien una parte de la afición llama cariñosamente “Guardioliña”, fue futbolista en las canteras del Real Madrid y Atlético de Madrid antes de fichar por el Pontevedra. En junio de 2013 colgó las botas y a partir de entonces compatilibilizó la dirección deportiva del Porriño Industrial con otros empleos tan dispares como comercial en una compañía de seguros, organizador de eventos, redactor en medios digitales, profesor en los tres primeros niveles del curso de entrenadores... Su extenso currículo se puede consultar en la red social Linkedin.

En el verano de 2022, el Celta dio un giro a su política de cantera con la apuesta por Giráldez para que se hiciese cargo del Celta B después de dedicarse durante un año a la dirección técnica del equipo juvenil de División de Honor. El porriñés sustituía en el cargo a un Onésimo Sánchez que había clasificado al filial céltico en la sexta plaza, a las puertas del playoff de ascenso a Segunda División. Ese relevo fue acompañado de una mayor apuesta por una plantilla en el filial plagada de canteranos. La apuesta estuvo a punto de fracasar después de un arranque muy negativo de curso. Sin embargo, los responsables de la cantera confiaban en un entrenador de casa, que entendía perfectamente que el primer equipo tenía prioridad aunque obligase a debilitar al equipo filial. Giráldez encontraba soluciones en el banquillo o en el juvenil para formar un equipo que pronto se posicionó en la zona alta de la clasificación de la Primera RFEF.

El filial céltico se acostumbró desde entonces a jugar en Balaídos, donde congregaba más seguidores cada jornadas que pasaba. Ante el Eldense, en la penúltima eliminatoria de la fase de ascenso, cerró una temporada brillante.

Durante el verano, el club realizó una gran renovación en el filial, que se quedó sin piezas importantes del curso anterior como Iker Losada, Sergio Barcia, Lautaro de León, Medrano, Martín Calderón, Hugo Sotelo, Miguel Rodríguez o Carlos Domínguez. Estos tres últimos continúan en el club, son habituales con el primer equipo y llevan jornadas sin aparecer en el Fortuna.

El filial tuvo este curso un inicio irregular, sufriendo derrotas por no saber conservar ventajas en el marcador. Desde el tropiezo en casa ante el Cornellá (1-2), en la tercera jornada, el equipo de Giráldez ha encadenado cinco partidos sin perder: empató en las vistas al Rayo Majadahonda y al Barcelona Atlético (1-1 en ambos), ganó en Riazor (0-1) y en Balaídos y en Barreiro a Arenteiro (4-3) y a Real Unión de Irún (3-0). Todo ello con un once titular en el que aparecen entre siete y ocho jugadores de la cantera, con una media de edad entre 20 y 22 años. Giráldez siempre encuentra soluciones, aunque las tenga que buscar en el Celta Gran Peña o en el juvenil. Reconvierte jugadores para posiciones con escasos efectivos, juega con tres centrales y dos interiores como carrileros. Mucho fútbol control y de ataque. Lecciones continuas de cómo aprovechar los recursos.

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El Celta casi nunca ha apostado por un técnico de la casa a lo largo de sus cien años de historia. Del último caso están a punto de cumplirse veinte años. Moncho Carnero y Rafa Sáez recibían el 31 de marzo de 2004 el encargo de intentar evitar que el conjunto celeste descendiese a Segunda División tras fracasar los proyectos de Fernando Vázquez y de Radomic Antic. Ocurrió dos años antes de que Carlos Mouriño asumiese la presidencia del club. En los 17 años que la familia Mouriño suma al frente de la entidad, en ningún momento apostó por un técnico de la casa, salvo en la recta final de la temporada 2007-08. La inició Stoichkov, al que relevó López Caro, y a éste Antonio López antes de que el club llamase al técnico del filial, entonces Alejandro Menéndez, para cerrar tan pésima campaña. Antes de la aparición del tándem Carnero-Sáez, Pepe Villar y Félix Carnero se habían convertido en los técnicos de la casa a los que recurría el club cuando venían mal dadas en las últimas jornadas. Estos son algunos de los 17 técnicos gallegos de los 66 que ha tenido el Celta desde 1923.

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