El Celta salva la papeleta en el descuento

Los goles de Miguel Rodríguez y Paciencia empatan un partido que los vigueses jugaron más de setenta minutos contra diez

Parecía que cuando el Celta se iba volver a Vigo de vacío tras estamparse contra el oficio del Sevilla teniéndolo todo a favor, los celestes supieron apretar los dientes al filo del descuento con dos goles que permitieron salvar un punto en un partido que se antojaba mucho más sencillo. Porque el cuadro andaluz jugó más de setenta minutos con un futbolista menos por la expulsión de Pape Gueye, pero supo explotar sus opciones al máximo. Contuvo a un Celta muy plano que hoy, sin Veiga, tardó mucho en empezar sacar rendimiento a su dominio y a su superioridad numérica.

El Sevilla, con orden y puntería, anotó un gol en cada parte mientras los vigueses apenas inquietaban a Dmitrovic. Los celestes esperaron demasiado para ponerse las pilas. Carvalhal tuvo que dar entrada a todos los futbolistas ofensivos que le cabían en el campo y Miguel Rodríguez, en el minuto 89, y Paciencia, en el 92, arreglaron el marcador. Un punto celebrado con mucha rabia que sirve para sacar algo positivo de un encuentro gris.

El Celta aterrizó en una Sevilla enfervorecida por la Semana Santa sin Gabri Veiga. Su ausencia propició dos cambios importantes. Carvalhal decidió colocar a Renato Tapia en la medular y dar descanso a Luca de la Torre. Franco Cervi, trabajador infatigable, volvió a la alineación para ayudar a Galán a sujetar a Suso y a Jesús Navas.

El partido empezó muy alto de revoluciones. El Pizjuán empujaba y el equipo de José Luis Mendilibar apretaba con todo. Por momentos, los diez jugadores de campo del Sevilla se colocaban en campo contrario para condicionar la salida de balón del Celta, que en medio de esa presión consiguió poner dos buenos envíos al área de Dmitrovic. Ambos de Carles Pérez, que hoy estuvo menos preciso que en las citas anteriores, pero que antes del cuarto de hora estuvo a punto de encontrar a Seferovic y a Tapia en posición clara de remate.

Pizarro Gómez dice a Pape Gueye que se marche al vestuario

Pizarro Gómez dice a Pape Gueye que se marche al vestuario / José Manuel Vidal

Todo cambió en el minuto 18. Pape Gueye, que ya tenía una amarilla por un codazo anterior a Tapia, vio la segunda al asestar un pisotón a Aspas. Se relamía Carvalhal desde la banda al ver el partido tan de cara con tanto tiempo por delante. A partir de la roja el Celta monopolizó la posesión mientras que el Sevilla trataba de reordenarse en torno a su área. Loïc Badé sacó sobre la misma línea un balón que se envenenó cuando Iago Aspas lo dejó pasar entre sus piernas. Parecía que se daba por inaugurado el asedio.

Pero el cuadro vigués estaba concediendo demasiado en los pocos acercamientos que tuvo el Sevilla antes del descanso. Los locales sacaban petróleo de cada jugada en forma de faltas laterales y saques de esquina. El Celta permitió que los hispalenses sacasen hasta en siete ocasiones desde el rincón en el primer tiempo. Y así, en el minuto 43, se inauguró el marcador gracias a En-Nesyri. El delantero marroquí estaba muy solo en el primer palo y cabeceó con maestría al fondo de la red. Renato Tapia, con un disparo colocado desde la frontal, estuvo cerca de poner las tablas antes de que el árbitro mandase a ambos equipos a los vestuarios.

Los cambios de Carvalhal, tardíos pero efectivos

El Celta siguió sin carburar en la segunda mitad. La entrada de Luca de la Torre por Cervi dotó al equipo de más posesión, pero los celestes no conseguían imprimir a su juego la velocidad que demandaba el partido. El Sevilla, más atrincherado que antes, nunca dejó a Galán ni a Carles Pérez centrar con comodidad. Aspas tenía que alejarse del área para intervenir y todo el mundo estaba demasiado estático.

Quizá tardó demasiado Carvalhal en quitar a Renato Tapia. Esperó a la hora del partido para meter a dos nueves con la entrada de Paciencia. El ariete portugués fue el que más lo intentó. De hecho, pudo empatar el partido con un remate al palo tras recibir una asistencia de Aspas. Del Sevilla, que iba oxigenando el equipo introduciendo piernas frescas desde el banquillo, ya no había noticias en ataque. A falta de un cuarto de hora Carvalhal tocó a rebato. Se giró hacia el banquillo y metió de una tacada a tres atacantes más. El canterano Miguel Rodríguez, Larsen y Óscar Rodríguez saltaron al verde por Seferovic, Beltrán y Carles Pérez, pero instantes después Acuña castigó una pérdida del Celta en el centro del campo con un gol inverosímil. El internacional argentino enganchó un latigazo con la zurda desde más de treinta metros que hizo inútil la estirada de Iván Villar.

Cualquier otro equipo hubiese bajado los brazos en medio de tal panorama. La defensa del Sevilla, pese a llevar más de medio partido con diez, no había dado muestras de flaqueza y el público del Pizjuán gritaba cada acción como si fuese una final. Pero el Celta perseveró. Con paciencia y con Paciencia. Porque el Celta se negó a precipitarse. Si hasta ese momento no había colgado centros al área de cualquier manera, conforme se acercaba el descuento tampoco. Miguel Rodríguez, en el 89, fue el vértice sobre el que pivotó una gran jugada de los vigueses en la banda derecha. El esférico terminó por llegarle de nuevo en la frontal y el de Redondela presentó el interior de su pierna izquierda, con la que tantas dianas ha hecho en el filial, para colocar su remate en la cepa del poste.

Seguía teniendo mucha prisa el Celta. Cargaba el balón Iago Aspas de vuelta al círculo central cuando la tablilla señalaba que se iban a jugar cuatro minutos más. Todo el mundo en Sevilla miraba el reloj. Entonces apareció Hugo Mallo para templar un envío al área y Paciencia se elevó sobre todos para cruzar un cabezazo que Dmitrovic solo pudo acompañar con la mirada. Y no se conformó el ariete portugués, que justo después tuvo otro remate con el que ganar el partido. Paró el portero, pero se sumó un empate para prolongar la racha. Son ya siete partidos sin conocer la derrota y se mantiene intacta la confianza del equipo antes de recibir al Mallorca. Los celestes, a falta de que se dispute el resto de la jornada, duermen a un punto de Europa.