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Los motivos del Celta para cesar por sorpresa a Coudet

Las diferencias en la orientación del proyecto, la gestión de la plantilla y la poca flexibilidad táctica del 'Chacho'

Eduardo Coudet, en el banquillo Javier Barbancho (Reuters)

Que el matrimonio del Celta y Eduardo Coudet se prolongaba de manera forzada desde hace varios meses era algo sabido. La directiva, tras la salvación holgada de la temporada 2020-21, había premiado al Chacho con un contrato largo, que situaba en buena posición para ser el entrenador del centenario. Sin embargo, tras las tensiones del curso pasado por la gestión de la cantera, este verano cristalizaron las diferencias entre las partes sobre el rumbo estratégico que debía tomar el proyecto.

Los senderos del argentino y del equipo vigués estaban destinados a bifurcarse, pero el momento elegido para despedirlo y apostar por Carlos Carvalhal ha sorprendido al entorno céltico, incluido al propio técnico. Se suponía que el plan era esperar estos dos partidos previos al parón por el Mundial de Catar para calibrar una posible reacción que revirtiese la mala racha de resultados de las últimas semanas. Pero desde A Sede se ha optado por la cirugía inmediata.

¿Acierta el Celta con el despido de Coudet?

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Como casi siempre, es la magra cosecha de victorias de las últimas jornadas la que activa el cese de un entrenador. Coudet suma 11 puntos en 12 jornadas, los mismos que la pasad temporada, pero encadena cinco sin ganar y solo ha sumado cuatro puntos de los últimos 24 en juego. Pero ese pobre balance se superpone sobre una serie de motivos de fondo que llevan tiempo sobre las mesas de los despachos de la directiva.

Los pilares del proyecto

El presidente, Carlos Mouriño, ha insistido en sus años al frente de la institución que el Celta es un club de cantera. En esa idea, A Madroa —antes— y la ciudad deportiva Afouteza —ahora— deben de ser fuentes principales para nutrir el primer equipo. Ocurre que el Chacho es un entrenador que prefiere un perfil de futbolista más experimentado. Bajo su manto, solo Gabri Veiga ha conseguido asentarse como un jugador importante en la platilla, a través de un largo proceso de adaptación que esta temporada está dando sus frutos. Carlos Domínguez disputó también minutos de calidad, pero este año ha perdido mucho protagonismo. Otros jóvenes destinados a tener un papel relevante, como Sergio Carreira o Fontán, han tenido que salir en busca de partidos.

La llegada de Luis Campos a la dirección deportiva no ha hecho sino acrecentar la brecha en este aspecto. El argentino perdió peso en la confección de la plantilla —se intentó sin éxito la contratación de Mayoral como gesto hacia sus preferencias— y el portugués diseñó un proyecto que apuesta por jóvenes talentos poco conocidos en LaLiga para que puedan crecer en el club.

Coudet con frecuencia ha deslizado que la calidad (y cantidad) de la plantilla no da para mucho más. Se le critica, en cambio, que no explote los recursos de los que dispone y que insista tanto con sus pretorianos. Si hubiese que personalizar ambas cuestiones —dirección del proyecto y gestión de la plantilla—, de un lado está el sueco Swedberg, al que Coudet no ha dado ni un minuto en competición, y Franco Cervi, que pese a mostrar signos de agotamiento mental goza es indiscutible.

Coudey y Denis charlan a solas, la pasada pretemporada Alba Villar

El caso Denis Suárez también ha contribuido al distanciamiento. El de Salceda era uno de los imprescindibles de Coudet y en los últimos meses le había conseguido sacar su mejor fútbol. Pero el argentino ya comprobó el año pasado que sus llamamientos a que la directiva y el jugador buscasen una solución a su conflicto no hacían mella en A Sede. En ese asunto Mouriño ha sido un muro y el técnico se ha encontrado con la imposibilidad de utilizar al que considera unos de los mejores futbolistas de la plantilla.

El libreto

Como en el fútbol todo se lee a la luz de los resultados, las virtudes con las que se glosó la llegada de Coudet al banquillo de Balaídos se han convertido en defectos según el marcador ha sido menos positivo que en aquel arranque fulgurante. Lo que antes era tener las ideas claras, ahora ha devenido en obstinación. El argentino ha construido un equipo tan reconocible como inflexible. Su Celta jugó a una cosa, lo hizo con dedicación, alma y, a menudo, con acierto. Pero no hay plan B. Al técnico se le achaca no manejar recursos tácticos para variar las tendencias negativas durante los partidos. Que el equipo sea incapaz de remontar partidos es la prueba de cargo para esta acusación.

En ese mismo sentido, a Coudet se le reprocha con frecuencia no ser capaz de cambiar el rumbo de los partidos a través de los hombres de refresco. Los solía retrasar al tramo final de los encuentros y casi nunca los agotaba. Su respuesta a esta crítica venía a ser un implícito "esto es lo que hay".

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