Julen Lobete se ha convertido en una sorpresa y un acertijo en el mercado celeste. Nadie calculaba que el canterano de la Real Sociedad estaría en el punto de mira en este momento. Su progresión ha encallado un tanto. Pareció que podía ser incluido entre las contrapartidas por el traspaso de Brais Méndez. Al final su caso se ha desgajado de esa operación. El lezotarra se encuentra desde ayer en Vigo. En otras épocas el viaje de un jugador solía anticipar el anuncio inmediato de su fichaje. Pero aún no se conocía ni la conclusión ni el papel que, en tal caso, se le reserva. Coudet tendrá la última palabra.

La negociación por Lobete cuadra más con la tradicional amistad entre las vigentes directivas céltica y realista que al ojo clínico de Luis Campos. El delantero se encuentra en una fase vacilante de su progresión a dos meses de cumplir los 22 años. En la pasada temporada disputó 22 partidos con la Real Sociedad B, de escaso aprovechamiento: un gol y una asistencia. La experiencia en la categoría ha sido efímera. El filial donostiarra ha descendido. Los otros 30 partidos de Lobete con la Real B desde 2019 corresponden a Segunda B.

Paradójicamente Lobete ha ofrecido mejores impresiones en sus apariciones con el primer equipo: trece partidos de Liga, en los que anotó dos goles –a Barcelona y Mallorca– y uno de Europa League. Imanol ha profundizado en la reconversión del antiguo ariete en un delantero más versátil. Lobete, de 1.77 de altura, diestro, puede partir desde ambos flancos, a pierna natural o cambiada, en un sistema 4-3-3. Y también participar como segunda punta en un 4-4-2, más pendiente de aprovechar los espacios que genere su compañero que de participar en labores creativas. Entre sus cualidades destaca su velocidad, su agresividad en la presión y su olfato para los desmarques a la espalda de la defensa, tanto sorprendiendo a los laterales como en trayectorias internas. Pero sus cifras goleadoras han ido empeorando tas haber anotado 7 goles en 25 partidos en la temporada 19-20 y 7 en 27 en la 20-21.

La Real, que en 2020 renovó a Lobete hasta 2023, parece haber perdido la confianza en el jugador, que en marzo se estrenó en una convocatoria de la selección española sub 21. El club guipuzcoano sigue firme en su apuesta por la cantera. Imanol ha convocado a ocho canteranos en la pretemporadas, todos con opciones de disponer de minutos oficiales. Lobete no estaba entre ellos. Quizá el jugador haya concluido que necesita una mudanza. Asomado al último año de contrato, urgía una salida.

El nombre del jugador le ha surgido al Celta en plenas negociaciones con Brais. Y debe ser serio el interés si es que ayer estaba visitando las instalaciones de Afouteza. Pero difícilmente provocará el entusiasmo de un Coudet que reclama jugadores consolidados. Hasta el momento solo le habían proporcionado a Swedberg, de 18 años y con escasa experiencia profesional. Aunque su ansiedad se habrá calmado con la llegada de Óscar Rodríguez, su beneplácito se hace indispensable. El “caso Orbelín” ya ha demostrado que Coudet sabe marcar territorio si se le contraría. La Radio Galega asegura que Lobete podría firmar un contrato de larga duración y alternar Celta B y primer equipo e incluso salir cedido. Se antoja difícil pensar en él como en una pieza de peso en esta temporada de remodelación, supuestamente enfocada hacia un centenario ambicioso.

Diferentes fórmulas con Unai Núñez

La dirección deportiva busca dos centrales que acompañen a Aidoo y Carlos Domínguez en el eje de la zaga, una de las demarcaciones más debilitadas por la marcha de Araújo, Murillo y Fontán. Unai Núñez es uno de los principales candidatos. El Celta ha iniciado las conversaciones con el Athletic Club de Bilbao, pero de momento no está clara la fórmula que les permita encauzar el acuerdo. Podría ser una cesión con opción de compra para los célticos o un traspaso con opción de recompra para los rojiblancos.