La polémica por el trato al socio vuelve a salpicar al Celta en vísperas de la presentación de la ambiciosa campaña de abonados 2022-23, con la que el club se propone recuperar los miles de socios perdidos en los dos últimos años. El problema atañe a un reducido grupo de aficionados de Tribuna Baja a los que el club informó hace unos días que desalojará de los asientos que llevan ocupando desde hace décadas.

El Celta se lo ha comunicado por vía telefónica esgrimiendo, según afirman los afectados, diferentes argumentos. Primero se les dijo que la Liga obligaba a desalojar estos asientos por el tiro de cámara para las retransmisiones deportivas, posteriormente se les indicó que allí delante iban a situarse los banquillos y perderían visibilidad y finalmente se les explicó que los asientos estarían reservados para los jugadores. Los abonados señalan que el Celta les informó del cambio de asiento sin dar una explicación convincente y sin ofrecerles una alternativa razonable, pues simplemente se les indicó que se les ubicaría en un nuevo sector de la grada, sin concretar fila ni número de asiento.

Las butacas afectadas corresponden a las situadas en la zona central de la grada de la fila 6 hacia el césped, una zona que el club ha habilitado la próxima temporada como área VIP a un precio desde 1.440 euros el abono, según recoge el folleto editado por el propio Celta para promocionar sus localidades más exclusivas. La zona se denomina, en concreto, Players Club y el club la cataloga con cuatro estrellas por su privilegiada localización, excelente visibilidad, fácil acceso y buena experiencia del partido.

Este diario contactó ayer con el Celta para conocer su versión de los hechos, pero el club declinó hacer comentarios para “no avivar una polémica que afecta a número muy reducido de abonados” y aplazó sus explicaciones hasta la presentación de la campaña de abonados, que se ha pospuesto para la próxima semana.

La decisión del club ha causado una profunda indignación en las redes sociales, pero sobre todo entre los afectados, en su mayor parte abonados con muchos años de antigüedad, que ya ocupaban esta misma butaca en la antigua Preferencia, antes de la remodelación de la grada, con el agravante de que después de la obra tuvieron que asumir un importante incremento en el precio del abono para conservar sus asientos.

Y no ha sido este el único sobrecoste que han tenido que asumir. Hace dos temporadas, cuando la pandemia vació los estadios de público, estos abonados pagaron 50 euros sin recibir otra contraprestación que la de conservar su antigüedad de carné y número de asiento.

El Celta no ofrece datos sobre su masa social desde hace un año

La polémica con los abonados de Tribuna Baja se produce días antes de que el Celta presente de modo oficial la campaña de abonados “más ambiciosa e ilusionante” con la que el club se propone recuperar la masa social que tenía antes de la pandemia, dos años en los que las quejas contra la entidad por el mal trato al socio han sido constantes, hasta el punto de que el Celta ha contratado al experto Raúl Rivas, antiguo responsable de match day del Barcelona, para reconducir su relación con un amplio sector del celtismo. Rivas ha sido el responsable de diseñar la campaña, en la que el Celta recuperará, entre otras medidas, la financiación de los abonos o la implementación de un programa de premios para favorecer la asistencia a Balaídos.

El Celta no ofrece datos sobre su masa social desde hace un año. La última cifra conocida, aportada por el presidente Carlos Mouriño en julio de 2021, fue de 16.981, casi 6.000 menos de los que tenía la temporada anterior a la pandemia.

El paulatino regreso del público a los estadios no ha servido para detener la sangría. Lejos de recuperar socios, el Celta ha perdido algunos miles más. Se calcula que su actual masa social ronda los 13.000 abonados. A esta masiva fuga de socios no ha sido ajena la decisión de Abanca de dejar de financiar los abonos (algo que la próxima temporada hará directamente el Celta), pero también ha contribuido el creciente desapego de los aficionados por la deficiente atención al socio y la falta de sensibilidad del club hacia sus inquietudes y problemas.