“El publico es la esencia del fútbol, hay que verlo en directo, no por televisión. La gente quiere disfrutar del fútbol en el estadio. Esta temporada la damos por perdida, así que hacemos borrón y cuenta nueva y pensamos, si la situación sanitaria lo permite, en la siguiente”, señala José Méndez, de la peña Arbo.

Reyes Estévez, de Terra Celeste, coincide. “Lo primero es la salud y con la que todavía está cayendo no se puede ir al campo, pero eso no quiere decir que no echemos muchísimo de menos ir a Balaídos: la previa, el pospartido, los abrazos, el olor a césped. Todo esto se echa mucho de menos”, conviene.

Álvaro Torras, de La Previa, añora también el rito de compartir con los amigos su pasión por el Celta. “Se echa de menos. Al final los que llevamos siendo socios tantos años vamos todos los fines de semana al fútbol. Que te digan que no puedes entrar al campo durante un año entero no es fácil de digerir, es mucho tiempo. Ver a los jugadores, estar con tus amigos en el campo es, al final, un ritual”, apunta. Torras añade al aspecto catártico la desvirtuación que ha sufrido el factor campo. ”Ya no se sabe si eres local o visitante y esto para los jugadores tiene una trascendencia total, Los equipos que eran muy fuertes en casa, con su afición, han dejado de ser tan fuertes”, observa.

“Yo soy de los pocos que he tenido algo de suerte y por lo menos he podido ir a tres partidos del filial en Barreiro, pero con esto no matas el gusanillo. Echo mucho de menos ir a Balaídos. El fútbol sin público pierde por completo su esencia” relata Abraham Costas, de la peña Tabernícolas Celestes.

Óscar González, de Hordas Celestes, incide también en la añoranza de la ceremonia de ir al campo. “Este año que hemos pasado sin fútbol se ha hecho muy largo y extraño. El fútbol por televisión, por mucho que te pongan muñecos simulados, no es lo mismo. Le falta emoción, pierde su esencia. Los viajes y las quedadas antes y después de los partidos parecen cosa de otro siglo”, lamenta.

“Ha sido un año muy raro no solo en el fútbol, sino en todo, pero no queda otro remedio que adaptarse. Pero sí que se echa de menos ir al campo. Espero que podamos volver pronto. Tengo un niño pequeño y estoy deseando que viva ese ambiente”, indica Marta Saiz, de la peña Le-Chuzas Celestes.

La ausencia de público en Balaídos ha coincidido con la campaña de abonados más controvertida de la historia del Celta, que los aficionados consultados por este diario censuran de forma unánime. La entidad que preside Carlos Mouriño no ha ofrecido aún datos de la incidencia de la campaña, pero se presume que su impacto en la masa social ha sido considerable. La desafección entre los dirigentes del club y el celtismo se agranda. La propia entidad lo reconoce de alguna manera en la carta que ha enviado en los últimos días a los que no han renovado su abono: “Si un celtista como tú renuncia a una de sus grandes pasiones,a revivir momentos inolvidables en Abanca Balaídos, si renuncia a volver a ver las genialidades de Iago Aspas o a sus compañeros de grada, a sentir las emociones únicas de una remontada o a celebrar con entusiasmo el gol de la victoria, es que algo ha fallado”.

“Lastimosa, pésima, lamentable, ridícula, insultante... Todos sabíamos que no se iba a poder ir al fútbol este año. Podían haber no cobrado nada, quedar bien y conservaban a todos los socios”, censura Abraham Costas, que percibe “un grave problema de comunicación” entre los responsables del club y la afición. “Mouriño y Chaves viven en otro mundo. Viven en el mundo de la empresa y nosotros no importamos nada porque solo piensan en el negocio. Solo han reconocido errores y con la boca pequeña cuando han visto que no recaudaban lo esperado. El trato al socio y al accionista es penoso desde hace años y va peor”, sostiene.

Álvaro Torras coincide en que la desafección entre el club y el celtismo viene de largo. “No es esta campaña, sino las últimas. Está siendo un desastre. No están haciendo nada para que el socio renueve. Si lo hubiesen hecho de otro manera, la gente habría sido más comprensiva. Muchos más habrían renovado. Tal como lo han hecho, parece que solo les interesa hacer caja”, subraya.

Reyes Estévez lamenta el “montón de gente” de su peña, Terra Celeste que se ha dado de baja como socio por la campaña, con la que se muestra indignada. “Me parece un despropósito en todo. Es una vergüenza la musiquita que te mandan, esa de me dejaste de querer, como si ellos fueran alguien para decirle a los aficionados si quieren o no al Celta; luego nos quieren hacer pasar por tontos y mentirosos diciendo que los hemos malinterpretado”, afirma. “Siempre habrá cuatro que estén a favor del club, y todo mi respeto para ellos, pero la gran mayoría estamos muy cabreados. Lo único que podría salvarlos para que se nos pase el enfado y que renueven los que no han renovado es que, cuando esto vuelva a la normalidad, se nos descuenten estos famosos 50 euros del abono. Es tan sencillo como eso”, dice.

Marta Saiz se expresa en parecidos términos. “Yo he renovado porque tengo un número de socia muy bajo y no quería perderlo, pero mi novio no lo ha hecho. Hace tiempo que las campañas no conectan con la gente, pero esta última me ha parecido una vergüenza”, opina esta abonada, que censura que el club haya recurrido al “chantaje emocional para hacer caja”.

Óscar González y José Méndez se muestran más tibios en sus críticas. El de Hordas Celestes deplora el gran número de conocidos suyos, “algunos con muchos años de socios”, que se han dado de baja, mientras que el de Arbo califica la campaña de “decepcionante en todos los aspectos” y censura “las formas” que ha empleado el club, tanto con los que han renovado como con los que no.