El Celta B consiguió una importantísima victoria en un partido en el que no podía fallar pero que se le complicó muchísimo precisamente cuando mejor estaba el conjunto de Onésimo. Porque el San Sebastián de los Reyes, colista de la categoría y prácticamente condenado ya al descenso al encontrarse a quince puntos de los puestos de permanencia, se adelantó en el marcador a la media hora de juego, después de que el filial céltico hubiera desperdiciado ya un buen número de ocasiones. Sin embargo, el tanto de Manu Justo instantes antes del descanso abrió la puerta a la esperanza y Yeboah, con un magistral lanzamiento de falta, culminó la remontada y permitió a los vigueses sumar tres puntos vitales que, además, les permiten salir de la zona de descenso.

Era una final y el Celta B demostró que lo tenía claro desde el primer minuto. Con su actitud y con su juego. Los locales hacían circular el balón con fluidez y velocidad pero también con la profundiad de la que habían carecido en otros momentos de la temporada. Y, así, las llegadas a la portería rival se sucedían aunque sin excesiva claridad. Hasta el cuarto de hora. Momento en el que tras un córner la pelota acabó en los pies de Manu Justo en buena posición para marcar. Sin embargo, su disparo, demasiado inocente, lo detuvo sin excesivos problemas Xavi Irureta.

El propio Manu Justo, ahora de cabeza, pudo marcar poco después tras un centro de Yeboah pero el meta del Sanse lo volvía a evitar, esta vez con una buena estirada.

El Celta B seguía mandando y sintiéndose cómodo en el encuentro y ahora era Sergio Carreira el que firmaba una buena acción individual pero no afinaba el pase definitivo para Manu Justo.

Mientras, los madrileños daban su primera muestra de peligro en ataque con un disparo lejano de Raúl Hernández, que botó antes de llegar al meta céltico y Rosic tuvo que resolver despejando a córner.

Fue el aviso de lo que iba a suceder a continuación. Iván Bueno logró llegar hasta línea de fondo por banda izquierda y poner un medido balón atrás que Álex Galindo dejó pasar para que Roberto Bolaños, con un potente disparo raso, consiguiese el 0-1.

El mazazo dejó al filial céltico tocado durante algunos minutos. Sin embargo, cuando casi todo el mundo pensaba en aclarar las ideas en el intermedio, una pelota recuperada acabó en los pies de Manu Justo, que lograba batir a Xavi Irureta para devolver el empate al marcador en el momento más oportuno.

La reanudación del partido tras el descanso mostró a un Celta B que ya no buscaba tan arriba a su rival. Había retrasado su presión muchos metros para buscar ahora la velocidad en las transiciones como arma. Así llegaron las dos primeras ocasiones para los locales de esta segunda parte. La primera fue un balón que Jacobo cedió de cabeza para Manu Justo, que tras deshacerse muy bien de Estellés disparó excesivamente cruzado. La segunda, un servicio del propio Manu Justo después de una buena acción individual que Javi Gómez no aprovechó permitiendo a un defensa acabar taponando su remate.

Poco más tarde, Solís, con una buena presión en banda, lograba recuperar un buen balón y habilitar la carrera de un Yeboah que remató excesivamente cruzado.

Pero, después de casi un cuarto de hora de ocasiones célticas, los madrileños empezaron a demostrar que en su delicadísima situación en la tabla a ellos tampoco les servía para nada el empate. De esta manera, Iván Bueno tuvo una doble ocasión en apenas dos minutos. La primera, un peligroso tiro que acabó en córner tras golpear en un defensa. La segunda, un balón que le cayó en la frontal tras un saque de esquina y que remató excesivamente alto.

Y como al Celta B el empate tampoco le servía, Onésimo se la jugó dando entrada primero a Apeh y diez minutos más tarde sacrificando a Moha, un mediocentro, para poner en su lugar a Bermejo, un mediapunta. La apuesta por enloquecer el choque dio pronto frutos aunque tras otro par de sustos. Bermejo no tardó demasiado en forzar una falta en la frontal que Yeboah, con un magistral lanzamiento, convirtió en el gol que acabaría danto el triunfo a los célticos.

Porque Onésimo no tardó en deshacer el cambio y dar entrada a Ros para apuntalar el mediocampo con Markel y no pasar apuros en la recta final. Ya no interesaba un partido loco y sí asegurar un triunfo vital en la lucha por la permanencia.