Fran Escribá y Eusebio Sacristán trabajarán esta semana sobre una misma realidad matemática -tres puntos y siete goles en el golaveraje de distancia- desde objetivos psicológicos contrarios. El céltico ha de imprimir a sus jugadores cautela; el blanquivermell debe difundir fe. La tarea de Eusebio se presenta complicada. Sus jugadores y el entorno se dan por descendidos. Y él mismo será su primer paciente.

" Tornarem", se prometía desde la megafonía de Montilivi a la conclusión del partido contra el Levante. "Regresaremos" porque se daban por idos a Segunda. Sobre el césped los jugadores lloraban con los brazos en jarras o cubriéndose el rostro. Tampoco Eusebio pudo contener su sollozo en una breve rueda de prensa, de dolorosa contrición: "Lo primero que quiero hacer es asumir mi responsabilidad. Creo que le he fallado a toda la gente que confió en mí. Lo único que me queda es pedir perdón a los jugadores, a la afición, a todo el mundo que quiere el Girona, a toda la ciudad, a toda la provincia...".

La prensa gerundense tampoco ha querido ampararse en la aritmética a la hora de valorar el encuentro. "Montilivi llora el descenso", titula el Diari de Girona. "Se ha acabado", afirma L'Esportiu. A la dificultad de la combinación se añade el declive anímico del último trimestre. El equipo catalán había superado una primera crisis a comienzos del invierno. La plantilla respaldó a Eusebio cuando la destitución rondó al pucelano y la victoria en el Bernabéu pareció despejar cualquier amenaza. Pero al contrario que Celta, Villarreal o Valladolid, el Girona se ha ido marchitando en primavera. Duodécimo en la 28º jornada tras ganar 0-2 en Leganés, con nueve puntos de ventaja sobre el antepenúltimo, precisamente el Celta, solo ha ganado un partido -al Sevilla por 1-0- y ha perdido los otros ocho desde entonces.

El desarrollo del partido contra el Levante ha contribuido al desánimo. A cada golpe de alegría o esperanza le siguió otro de desaliento, más terrible precisamente en el contraste: al tanto de Stuani en el 61, el de Morales en el 62; al penalti a Pere Pons y expulsión de Coke, la anulación de la jugada tras consulta con el VAR y el 1-2 definitivo de Bardhi.

Se entiende por tanto el luto en las primeras reacciones. Pero la sensación se mantenía ayer, al despertar. La plantilla tuvo una breve sesión de recuperación. Sin ruedas de prensa ni entrevistas, algunos jugadores se expresaron a través de sus redes sociales. "Hemos hecho un tramo final desastroso y nos hemos metido en el pozo, en la mierda. Pido disculpas", escribió Pere Pons. "Siempre hemos sido gente sufridora. Hemos recibido otro palo grande, una lección de vida importante. Si estamos en Segunda es por errores de todos. Acepto las críticas. Me harán más fuerte, mejor futbolista y persona". El centrocampista pide "que el año que viene todo el mundo haga todo lo que esté en sus manos para devolver al Girona a la máxima categoría, donde merece estar".

Pedro Porro indica: "Es un paso atrás, un paso duro de asimilar, es perder una categoría a la que costó muchísimo llegar". Habla del futuro: "Después de lo malo también puede venir lo bueno. Volveremos y más fuertes que nunca".

Así que los jugadores siguen entendiendo el descenso como un hecho consumado. Seguramente el mensaje girará o al menos será matizado durante la semana. En el entorno no esperan ninguna reacción institucional hasta que concluya el partido del sábado. El futuro seguirá incluyendo un acuerdo de colaboración con el Manchester City: para reestructurarse en Primera si sucede lo improbable, para buscar aquello que Porro también promete si no: " Tornarem".