Fran Escribá ha conseguido que el Celta juegue con más orden y que se comporte como un equipo menos vulnerable en defensa que durante el resto de una temporada en la que ha encajado 57 goles en 35 jornadas, con una media de 1,6 tantos por partido. Con el entrenador valenciano, los célticos han reducido esta sangría hasta los 1,4 goles por encuentro, que se ha traducido en puntos para escapar de la zona peligrosa de la tabla.

Y esa fiabilidad defensiva va en aumento. Así, en el último mes ha rebajado una décima la media de goles encajados (1,3). Esto se traduce en datos como los registrados en Leganés, donde el equipo rival solo consiguió rematar una vez entre los tres palos de la portería de Rubén Blanco. El sábado, los célticos tendrán que afrontar una de las pruebas más complicadas del curso, pues reciben al campeón de Liga y máximo artillero del campeonato. El Barcelona acumula 85 goles a favor en lo que va de temporada. Se espera que sus compromisos europeos le obliguen a reservar a sus estrellas en Balaídos, aunque los célticos no se fían de una plantilla que posee un gran potencial, aunque no jueguen los mejores.

La solidez del Celta de Escribá se ha cimentado en generar un mayor compromiso de todo el equipo en las labores de contención, en el orden que se ha impuesto en su juego y en el acierto en las decisiones que ha tomado el técnico en estas semanas. Por ejemplo, acabó apostando por una pareja de centrales inédita como la formada por Cabral y Araújo. Rescató al argentino del ostracismo en el que cayó tras la destitución de Antonio Mohamed, su valedor en el arranque del campeonato.

Escribá reconocía en una aparición pública reciente que se decantó por Cabral por lo que mucho que podía aportar de veteranía y contundencia en unos momentos difíciles y decisivos para un equipo celeste que había quedado atrapado en las redes del descenso con cuatro puntos de desventaja sobre la salvación.

La pareja en el eje de la zaga la completó con un Néstor Araújo que suma más minutos y titularidades que el resto de centrales del equipo. La regularidad del mexicano resulta evidente. Por el contrario, David Costas y, principalmente, Wesley Hoedt, perdieron presencia en las alineaciones del Celta en las últimas semanas.

En los laterales, mantuvo al capitán Hugo Mallo por la derecha, a pesar de la irregular campaña que protagoniza el de Marín. En el costado izquierdo, Escribá apostó por un Olaza sobre el que se llegó a cuestionar su incorporación en el mercado de invierno. La lesión de Juncà la solventó Escribá con un recambio que se ha convertido en la pieza más destacada de la defensa en varias de las últimas jornadas.

En la mejoría del sistema defensivo del Celta en las últimas jornadas también han sido protagonistas los mediocentros Okay Yokuslu y Stanislav Lobotka. El turco y el eslovaco son indiscutibles para el preparador valenciano. El papel más destacado en labores de contención desde la medular corresponde a Okay, a quien en el vestuario apodan "Kamyon" por su capacidad de trabajo y el poderío físico que desarrolla en todas sus acciones cuando el equipoi celeste necesita presionar al rival o intentar recuperar el balón.

Buscando que su equipo cierre el mayor número de líneas de penetración del adversario, Escribá se ha decantado en ocasiones por sacrificar talento por trabajo. Ocurrió el sábado pasado en Leganés, donde sorprendió con la titularidad de Hjulsager y dejó en el banquillo al talentoso Boudebouz. El preparador valenciano quería evitar las llegadas por la banda izquierda del carrilero argentino Jonathan Silva y reducir así las opciones de centros hacia En-Nesyri y Braithwaite.

Fue una de las claves para blindar la portería de Rubén Blanco, que en los 6 últimos partidos ha encajado 8 tantos, con una media de 1,3 goles por encuentro. Esos números solo pudo superarlos el Celta en los meses de diciembre, octubre y agosto, donde no pasó de disputar cuatro partidos de Liga y se llevó al menos un gol en cada cita.