A Nosa Reconquista continúa. El Celta se jugaba media Liga frente al Girona y el celtismo volvió a acudir ayer en masa a la llamada del club para llevar en volandas al equipo hacia una victoria imprescindible. Balaídos vivió frente a los de Eusebio Sacristán otra jornada mágica, como ya ocurrió con las recientes visitas al coliseo celeste del Villarreal, el rival que marcó el punto de inflexión de la reacción coincidiendo con el retorno de Iago Aspas, y la Real Sociedad.

Vencer al Girona significaba mucho. Había que poner distancia con la zona roja y el mejor modo de conseguirlo era meter a un rival más en la pelea. El Celta duerme decimocuarto y se aleja de los puestos de descenso, que provisionalmente cierra en Valladolid, en tres puntos. Todo ha salido como se esperaba.

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Balaídos es una caldera antes del choque ante el Girona

La jornada empezó temprano para la afición. Desde las diez de la mañana numerosos aficionados se congregaron frente a la explanada de Tribuna para desayunar invitados por el club, que repartió chocolate con churros entre sus incondicionales. Un sabroso modo de calentar motores para el multitudinario y trepidante recibimiento al autobús del equipo, que entró en el estadio aclamado por una muchedumbre enfervorizada en medio de una gran nube de humo azul de bengalas.

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Celta - Girona | Chocolate y churros para calentar la previa del partido

El gran ambiente que presidió el recibimiento a los jugadores continuó en la grada, que presentó de nuevo buen aspecto favorecido por la política de invitaciones y bajos precios que el club ha implementado cuando ha visto las orejas al lobo. Los miles de banderas repartidas entre la hinchada dieron colorido a la grada y el magnífico primer tiempo firmado por el equipo disparó el entusiasmo de una afición que saca lo mejor cuando las cosas vienen mal dadas, que animó sin desmayo y gozó con el buen juego desplegado por los de Fran Escribá. Solo la tardanza en la verificación y posterior validación por el VAR del gol del Girona se vivió con un poso de angustia. Nada grave, pues enseguida la afición tiró del carro, vibró en comunión con los suyos y estalló de júbilo con la obra maestra que Boufal creó para hacer el segundo gol. El arreón final del Girona puso algo de suspense, que se tornó en alborozo cuando el árbitro decretó el final.