Veinticinco años desde aquella noche en la que el Celta estuvo más cerca que nunca de su primer título. A un simple penalti. Mañana se cumplen la Bodas de Plata de una de las fechas emblemáticas de la historia de este club, la de la final copera del Calderón contra el Zaragoza, la del penalti de Alejo, la de los más de veinte mil celtistas desplazados a Madrid para vivir un drama un miércoles de abril, la del cabezazo de Salva, la del grito de esperanza con la roja a Santi Aragón, la de aquellas lágrimas inundando de madrugada la A6.

Veinticinco años después el recuerdo permanece más o menos vivo en sus protagonistas, en los que disfrutaron de aquella noche y acabaron sufriéndola. Algunos lo llevan mejor que otros. A Alejo le cansa, incluso irrita, que periódicamente le llamen desde Vigo cuando llega la efemérida y tiene que volver a explicar que fallar penaltis entra dentro del negocio del fútbol y que a él le tocó "el papel feo de aquella noche". El actual coordinador de cantera del Sant Andreu de la Barca está unido inevitablemente a aquella jugada desgraciada. Como lo está Salva al cabezazo que pudo valer una Copa. También está acostumbrado a hablar del partido, a que le pregunten, a que la gente le presente a los niños "mira, este señor estuvo a punto de darnos una Copa del Rey". Salva es uno de los cuatro miembros de aquel equipo que siguen ligados de alguna manera al Celta. Actualmente trabaja en la cantera llevando al cadete B. También se mantienen en la estructura Atilano (en funciones de relaciones públicas), Gudelj (delegado del primer equipo) y Ratkovic (uno de los miembros de la secretaría técnica del club).

Aquella generación que compartió vestuario en la temporada 1994-95 ha seguido unida al fútbol en mayor o menor medida. Son contados los jugadores que se buscaron las habichuelas lejos de los terrenos de juego o que rompieron por completo la relación con el que fue su oficio. Por ejemplo, a los medios de comunicación se han inclinado Santi Cañizares (comentarista de Movistar) y Dadíe (que colabora con Radio Euskadi y Mundo Deportivo).

Pero la gran mayoría han seguido el camino natural, la de convertirse en entrenadores. Con mejor y peor suerte. Algunos esperan una oportunidad después de diferentes etapas (algunas de ellas realmente exitosas) como son los casos de Patxi Salinas, Jorge Otero o Agirretxu (hasta hace poco técnico del Barakaldo). En activo se encuentran Rafa Berges, que dirige en estos momentos al Mitra Kukar de Indonesia; Andrijasevic, que sigue ligado a la estructura de su equipo de toda la vida, el Hajduk Split; Joseba Agirre, actual entrenador del Athletic femenino, Manel Fernández, que dirige al Racing de Ferrol juvenil o Luisinho, que forma parte de la estructura tecnica del Bahia brasileño. Otro caso curioso es el de Vicente Engonga que, tras devaneos como técnico, ha terminado por formar parte del cuerpo directivo de la selección española de fútbol.

Más desligados del fútbol están ahora mismo Flaco Gil, Patxi Villanueva, Sebastián Losada (que trabaja como abogado y que hace años llegó a presentar su candidatura a presidir la Federación Española de Fútbol), Vicente (dedicado a sus empresas), Oliete, o Salillas, que vive en Alagón, su pueblo, ocupado de su empresa de cubitos de hielo y de unas pistas de pádel que montó.

Por desgracia hay dos personas de aquella plantilla que no han tenido posibilidad de celebrar estas Bodas de Plata. Carlos Pérez y Tito Vilanova murieron en los últimos años. El primero en un desgraciado accidente doméstico y el segundo debido a un cáncer con el que batalló durante varios años y que le apartó de los banquillos.