Enrique Macías había sido socio del Real Vigo Sporting Club de Fútbol desde niño. La devoción le venía de que era el club que portaba el nombre de la ciudad y de que en él habían jugado dos primos suyos: Pepín, portero del Unión Sporting Club, y Kaíto, defensa del Vigo, pues ese club provenía de la unión de dos sociedades. Recuerdo a Enrique Macías cuendo era ya un hombre de más de cincuenta años, en nuestra peña de café en la desaparecida Cafetería Atlántida, una vez los hermanos Pacheco nos dejaban para ir a abrir al público su estudio fotográfico. Ante los secos restos del azucarado café en el pequeño pocillo, al relatar lo sucedido casi cuarenta años antes, me contaba que se había repartido por toda la ciudad un manifiesto en el que se justificaba la fusión entre el Vigo Sporting Club y el Fortuna. Que fue entonces cuando el periodista Manuel de Castro "Handicap", auténtico promotor de esa fusión, la puso en marcha al grito de "todo por y para Vigo".

Para sacar adelante su idea, en el mes de junio de 1923 Handicap había acudido a la Federación Española de Fútbol en Madrid con el proyecto de la fusión, que le fue concedida por todos los representantes, de forma unánime, de aquella asamblea nacional. También las fichas de los jugadores, de uno y otro club, fueron declaradas válidas para el que resultase de la fusión, no pudiendo actuar en otro club durante la temporada de la fusión, la 1923-24.

Días después, en julio de 1923, los socios de Vigo y Fortuna eran convocados a junta general extraordinaria para tratar de llevar a cabo la fusión. La del Vigo se había programado para el jueves, a las diez y media de la noche, en el Teatro Cine Odeón; la del Fortuna se celebraría al mismo tiempo en su local social de la calle Carral, en los bajos del Hotel Moderno. La asistencia a las dos asambleas fue enorme. Se puede afirmar que todos los socios de ambos clubes acudieron para acordar o no la fusión del Vigo y el Fortuna.

Enrique estaba al día de cómo se llevaban las negociaciones para la fusión por su primo Pepín, aquel exportero del Sporting Unión. Y no veía muy clara la operación. Sentía un cierto malestar porque se iba a llevar adelante sin la presencia de los jugadores del Vigo Sporting, que estaban, con su primo Kaíto, de gira por tierras canarias ajenos a lo que estaba aconteciendo en Vigo. En la ciudad el ambiente deportivo se notaba un tanto nervioso y expectante en ambas asambleas.

A los momentos de intriga y debate le siguieron las votaciones. El entusiasmo se desbordó de forma inenarrable en la asamblea que se celebraba en el Odeón en el momento en que se anunció que el Fortuna acababa de aprobar la fusión, al igual que lo habían hecho los del Vigo Sporting. Estruendosas ovaciones y hurras a Vigo resonaron, al igual que un trueno, en la abarrotada sala.

El 10 de agosto se celebró la última y definitiva asamblea del Vigo y Fortuna en los salones de la Federación Gremial de Patrones, conocida más por La Patronal. Sus salones y sus alrededores estaban llenos de aficionados que, una vez aprobado el reglamento de la nueva sociedad, esperaban con cierto nerviosismo cuál iba a ser el nombre de ese gran club que se quería para Vigo.

El nombre elegido por aclamación general, entre otros muchos propuestos, fue el nombre de una raza, los celtas, como es conocida una tribu indoeuropea, emparentada étnicamente con los galos franceses y con otros pueblos primitivos del Rin, que arrojó de nuestro suelo patrio a los ligures, que antes habían invadido al pequeño pueblo de los ostrimnyios, nuestros primeros pobladores, que constituían una rama de esos pueblos entroncados con los iberos, ya de muy antiguo.

Y así, ante el entusiasmo de todos, habiéndose forjado la estirpe del Vigo y el Fortuna en el yunque del Cable Inglés, el 23 de agosto de 1923 nace el gran club de Vigo, bautizado con el glorioso nombre de nuestra raza: Real Club Celta de Vigo.. La fusión, para bien o para mal, se había consumado, anunciándose que el Celta contaba con sesenta y cuatro jugadores, dado que las dos plantillas de Vigo y Fortuna quedaban al completo integradas en el Real Club Celta. De la misma manera se había llevado a cabo la elección de su primera junta directiva, cuyo primer presidente fue Don Manuel Bárcenas, Conde de Torrecedeira.

Así mismo se destacó que el Celta contaba con más de un millar de socios, que se iría a la contratación de un entrenador inglés y que los colores del uniforme del Celta tenían que ser camiseta roja y calzón negro, como los colores de la ciudad. Aunque eran muchos, como Juan Baliño Ledo -que tenía a su cargo todo el papeleo de la fusión-, los que se inclinaban por el azul celeste y blanco de la bandera gallega. Pues también se pretendía que el Celta representara no solo a Vigo, sino a toda Galicia.