Miguel Cardoso ha mostrado ya un amplio abanico de planteamientos tácticos desde que el pasado noviembre reemplazó a Antonio Mohamed al frente del banquillo del Celta. Ante el Alavés repitió el 5-4-1 que tanto daño causó al Getafe hasta que el árbitro decidió señalar un riguroso penalti de Mallo y expulsar a Maxi Gómez. Entre medias, frente al Levante, el técnico de Trofa apostó por el tradicional 4-3-3, aunque recurrió a Brais Méndez como falso delantero centro al no poder contar con el lesionado Aspas y el sancionado Maxi Gómez. Su modelo habitual al iniciar los partidos suele ser el 4-2-3-1, como puso en práctica al hacerse cargo del conjunto vigués. Para potencial el papel de Aspas, en alguna ocasión ha empleado el 4-4-2, dejando como referencias arriba al morracense y a Maxi Gómez. Esos cuatro dibujos básicos, con alguna pequeña variación (4-1-4-1), han sido los que más ha trabajado un entrenador que se muestra muy molesto cuando trascienden a la prensa los sistemas que entrena a puerta cerrada. El hermetismo es prioritario en su trabajo, hasta el punto de que prescindiría de las ruedas de prensa previas a los partidos si no estuviese obligado por LaLiga.