¿Qué sería el fútbol sin aficionados? Otro deporte, como ayer se pudo comprobar en Balaídos, que se quedó mudo durante la primera media hora de partido por la protesta de un grupo de peñas contra la prohibición de colgar pancartas. Los últimos románticos del fútbol decidieron retrasar treinta minutos su entrada en el estadio, que los recibió con un sonoro aplauso cuando tomaron sus asientos.

Todo cambió a partir de ahí. Balaídos volvía a respirar el ambiente de fútbol con el que se quiere acabar porque el dinero decide. En el presupuesto general del Celta, los ingresos por abonados y entradas no superan los 4 millones de euros sobre un presupuesto de 72 millones de euros. Ese porcentaje del 5,5 por ciento es el que ahora mismo representan los aficionados para el Celta.

La fuerza de los aficionados resulta insignificante en los resultados contables de los clubes, que eligieron a Javier Tebas como dirigente de la organización de la Liga. Y ésta impone sus normas. La de tapar las publicidades estáticas con pancartas fue vulnerada ayer por los colectivos que decidieron sacrificar un tercio del partido como protesta por recortársele cada vez más la libertad de acción en los estadios. Ayer se quedaron fuera de Balaídos esperando a que se cumpliese la primera media hora de juego. Hasta entonces, parecía como si el coliseo vigués acogiese un partido de voleibol o tenis.

Así, solamente las protestas o los lamentos por un fallo rompían de vez en cuando el silencio de los alrededor de 15.000 aficionados que se dieron cita ayer en el Celta-Alavés. Faltaban los más animosos, con sus bombos y gargantas a pleno pulmón. Las pancartas las habían dejado extendidas en los asientos, también como señal de protesta. A los aplausos con que fueron recibidos por el resto de la afición siguieron sus cánticos continuos para animar a un equipo aletargado por su mal juego y resultados de las últimas jornadas. Entre los cánticos no faltó el dedicado al presidente de LaLiga, quien incluso tiene varias pintadas en la ciudad reclamando su dimisión. "Tebas vete ya", volvió a cantar Balaídos en una noche en la que un grupo de románticos del fútbol protestó por que nadie le robe una de las esencias al deporte rey.

A pesar de que el Alavés se adelantase en el marcador e incidiese en la crisis de resultados del Celta, la parte más animosa de la afición siguió animando sin descanso a su equipo. Son los últimos románticos del fútbol.

El fútbol regresaba ayer a Balaídos veinte días después de que parte del celtismo despidiese con silbidos al equipo de Antonio Mohamed por la mala imagen ofrecida en el empate ante el Getafe. Olvidado el enfado, la afición recibió con aplausos a los suplentes, entre los que se encontraba Emre Mor.

Esta vez no hubo muestras de cariño para Antonio Mohamed, que recibió abucheos en algunas de sus decisiones sobre los cambios cuando el equipo perdía. Duró poco la empatía de la grada con un entrenador que deslumbró en su aparición en el campeonato. El triunfo ante el Atlético de Madrid le dio más valor entre la afición, que ayer volvió a despedir al técnico argentino con una sonora bronca. No fue así cuando los jugadores se retiraban al vestuario, a los que el celtismo agradeció el esfuerzo realizado por el equipo para brindarle aplausos de ánimo.

Una noche que había comenzado casi en silencio, acabó con el ruido de una afición que se rebela contra las restricciones de LaLiga a sus pancartas, que como los cánticos, forman parte del fútbol.