El Celta se dejó en Girona los tres puntos que necesitaba para igualar en el segundo puesto de la clasificación con el Real Madrid. El equipo de Antonio Mohamed, en una actuación muy irregular, peleó por el empate hasta el último segundo, pero cayó finalmente ante un rival que le cedió la pelota, supo aprovechar dos remates de cabeza y lo sentenció a la contra. En Montilivi, el conjunto vigués fue incapaz de adaptarse al manejo de los distintos sistemas tácticas que tan buenas prestaciones le dio en las anteriores jornadas y perdió la consistencia que mostró ante el Levante y el Atlético de Madrid.

Mohamed repitió el mismo once que había ganado a levantinistas y a atléticos antes del largo paréntesis por la Liga de las Naciones, pero ayer los errores cometidos por los celestes fueron aprovechados por un rival que planteó una propuesta de juego parecida, aunque esperando que el Celta tomase la iniciativa y dejase más espacios libres. Y con ambos equipos trabajando duro en la presión, el partido tuvo un comienzo trepidante, con acciones de peligro en ambas áreas, con Portu, Pione Sisto y Maxi Gómez como protagonistas.

Acertó primero el equipo catalán cuando menos se lo esperaba el Celta. Aday controló el balón en la banda izquierda y salvó la oposición de Hugo Mallo para central al área, donde apareció Stuani para demostrar que es uno de los mayores especialistas del fútbol europeo en el remate de cabeza, junto al céltico Maxi Gómez. El charrúa le ganó el duelo a Araújo para golpear picado y ajustado al palo para que no llegase Sergio Álvarez.

Al Celta le tocaba remar contra corriente pero le faltaba juego vertical en el centro del campo para generar peligro. En uno de los intentos de Maxi Gómez de sortear contrarios lejos de la portería, la zaga del Girona frenó al céltico en falta al borde del área. Posición excelente para Iago Aspas, que lanzó por encima de la barrera y sorprendió a Bono. En apenas once minutos, el Celta neutralizaba la desventaja en el marcador.

Pero duró poco la igualada. El equipo vigués volvió a caer en los errores eternos en una jugada a balón parado. Lo que parecía resuelto con la llegada de Mohamed volvió a penalizar al conjunto vigués tres minutos después de que el Genio de Moaña igualase el marcador. El Girona sacó un córner desde la derecha, por donde Portu y el joven Pedro Porro castigaban con dureza a la zaga celeste. Al remate de cabeza llegó el central Pedro Alcalá para situar de nuevo a su equipo con ventaja en el marcador. El buen trabajo de contención que los celestes habían mostrado ante un rival como el Atlético de Madrid queda en entredicho en apenas media hora de juego en Montilivi.

Y al fallar la defensa, al equipo le faltó un conductor del juego que pudiese poner balones en el área rival para Aspas y Maxi Gómez. Mohamed, ante el desconcierto con el que acabó el Celta la primera mitad, decidió dar entrada a Boufal por Júnior Alonso. El cambio supuso una modificación completa del dibujo táctico, pues el conjunto celeste pasó a una defensa de cuatro, con Mallo y Roncaglia en los laterales. No funcionó la apuesta, que quedó en evidencia cuando Roncaglia perdió un balón en el centro del campo y el Girona sentenció el partido con una contra que finalizó Stuani a placer.

A pesar de que le quedaba más de media hora por delante, el Celta no dio muestras de superar el golpe. Tampoco hubo reacción cuando Dennis Eckert sustituyó a Pione Sisto. El equipo vigués acumulaba muchos atacantes pero le faltaban piezas en la construcción del juego. Un cuarto de hora después, Mohamed intentó remediar la situación dando entrada a Brais Méndez por un Fran Beltrán al que por primera vez desde que está en el Celta se le vio superado por la situación.

La irrupción del canterano en el partido cambió la cara del Celta y de Eusebio Sacristán.El entrenador del Girona temió que la ventaja de dos goles no fuese suficiente ante un rival al que le quedaban quince minuto para darle la vuelta al marcador.

Del fútbol horizontal y de balones largos para que los despejase la defensa albirroja, el Celta pasó a filtrar pases a sus atacantes. Viendo lo que se le venía de frente, el Girona aprovechó la benevolencia arbitral para simular calambres y golpes e interrumpir el partido para que el Celta no tuviese tiempo de reacción.

Boufal no pudo celebrar de mejor forma su vigésimo quinto cumpleaños. El marroquí buscó el centro desde la línea de fondo que le envió Lobotka para rematar con la izquierda y anotar su primer gol con la celeste.

Faltaban cuatro minutos para que se cumpliese el tiempo reglamentario y el gol de Boufal daba esperanzas a su equipo y llevaba el miedo a las gradas de Montilivi. La última oportunidad la tuvo Maxi Gómez, que remató flojo un centro de marroquí desde la izquierda.

En la prolongación, los jugadores del Girona se caían como moscas al suelo, reclamando asistencia. El árbitro contribuyó a que los locales levantasen los ánimos cuando se inventó la segunda tarjeta amarilla a Cabral por una falta muy dudosa.

El Celta se fue a la desesperada hacia el área de Bono, pero ya no le quedaban fuerzas ni ideas para conseguir el empate que le mantuviese invicto en este arranque de campeonato.

Además de los tres puntos, el equipo vigués dejará aparcado seguramente el sistema de tres centrales por el que apostó Mohamed para acabar con la sangría de goles que deslució el curso pasado el trabajo de Unzué. Ayer, el técnico argentino intercaló los dos sistemas: en el inicio apostó por cinco defensas y en la segunda parte la redujo a cuatro. Con ambas, el conjunto vigués fue incapaz de frenar a un rival que aprovechó el juego aéreo y el contraataque para llenar de dudas al Celta, que regresa a casa sin puntos y pensando en que el sábado le espera en Balaídos un Valladolid que también le dejará que lleve la iniciativa. Ayer en Montilivi, a los de Mohamed les costó caro no saber manejar el partido y cuando lo hicieron era demasiado tarde.

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