La inmensidad del océano Atlántico que se abre ante Galicia resulta ser un vasto campo militar. La noticia de que el mayor dron espía de EEUU se estrelló frente a las costas gallegas este verano ha rememorado otro infausto accidente que pudo ocasionar una auténtica hecatombe. En febrero de 2009 dos submarinos nucleares colisionaron en las proximidades de la península ibérica. Todo apuntaba a que el insólito encontronazo sucedió ante nuestro litoral, mar adentro y a gran profundidad, aunque la ubicación exacta nunca fue confirmada oficialmente.

Los medios de comunicación recogían el increíble y, a la vez, terrorífico suceso tratando de aclarar lo inexplicable. "Hay una probabilidad entre un millón (de que esto ocurra) cuando piensas en lo grande que es el Atlántico", relataba con estupor una periodista de la BBC. La noticia sacudió Europa y preocupó, y mucho, en Galicia, primer territorio continental en sufrir los efectos de un accidente nuclear mar adentro.

El pavoroso impacto ocurrió entre el 3 y el 4 de febrero de 2009, cuando el Vanguard de la Royal Navy y Le Triomphant francés se cruzaron en sus maniobras por la fachada atlántica europea. El choque, que habría ocurrido a baja velocidad y a 360 kilómetros de Galicia, no causó fugas nucleares ni heridos entre los 245 tripulantes que sumaban, pero sí destacables daños materiales. Un par de días después, cuando el sumergible nuclear galo recaló en Brest, la Marina francesa declaró que había impactado contra un contenedor. El 14 de febrero, la llegada del batiscafo de la Royal Navy al fiordo de Clyde en Escocia reveló "abolladuras y rasguños muy visibles", informaba entonces la BBC.

¿Cómo fue posible que no se detectasen? Ambos submarinos incorporaban los más sotisticados sistemas para descubrir otras naves, pero también avanzados mecanismos "antisónar" para evitar ser localizados. Simplemente, y por increíble que parezca, no se detectaron.

A pesar de que Reino Unido y Francia insistieron en que la seguridad nuclear no se había visto comprometida, la fortuita colisión generó gran alarma en la comunidad internacional, que pidió medidas ante nuevos errores de tan devastadoras consecuencias. A unos meses de cumplirse una década de tan espeluznante colisión nuclear, no ha vuelto a trascender ningún hecho semejante. Parece que el peligro, ahora, podría venir del cielo.