Desbroces y talas, ¿amenaza para el río Umia?

Los ecologistas alertan de los daños en el bosque de ribera

Se preocupan por las “especies invasoras de los acuarios”

La limpieza organizada por los ecologistas en Pontearnelas el año pasado.

La limpieza organizada por los ecologistas en Pontearnelas el año pasado. / Iñaki Abella

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Los ecologistas hacen un nuevo balance del estado de salud del río Umia. Lo hace en base a una visita al mismo que dicen haber realizado ayer, como en ocasiones anteriores al abrigo del programa de voluntariado ambiental conocido como Proyecto Ríos.

Es Marta Lois, como portavoz y presidenta del Colectivo Ecoloxista do Salnés (CES), quien se encarga de hacer balance de lo sucedido en esta inspección y resalta que el bosque de ribera “sigue siendo el peor parado, después de años soportando diversos impactos que lo alteran”.

Hablan así los ecologistas de la creación de aparcamientos a orillas del río, paseos fluviales, proliferación de basura, desbroces y talas.

Sotobosque

“Siguen realizándose rozas que eliminan sotobosque y llegan hasta la orilla del cauce fluvial, dejando las tierras expuestas frente a la erosión y con menos refugio y alimento para la fauna”, argumenta Marta Lois.

Esta erosión “afecta a las raíces de los árboles del bosque fluvial –continúa–, apreciándose desraizamientos de un árbol tan típico de las riberas de nuestros ríos como el aliso y localizándose incluso árboles caídos en cauce”.

Es por ello que los ecologistas hacen hincapié en que “el bosque mantiene la temperatura del agua, que sin su sombra se calentará en verano y tendrá menos oxígeno, disminuyendo así su vida”.

En relación con esto, aseguran en el CES que a su paso por la comarca de O Salnés, el Umia ya no dispone de “ningún tramo con bosque fluvial medianamente bien conservado, es decir, con un ancho que no se limite a una sola fila de árboles en cada margen del río que ni siquiera existe en algunos tramos”.

Una prospección en el río Umia.

Una prospección en el río Umia. / Noé Parga

Para conclusión en relación con la vegetación de ribera, el CES esgrime que los paseos, cultivos y viñedos “alteran la vida y el paisaje del río”.

Invasoras acuáticas y terrestres

Otro motivo de preocupación para este colectivo es la creciente presencia de especies vegetales alóctonas, destacando “especies invasoras acuáticas como la ‘Elodea’ y la ‘Egeria’, empleadas en los acuarios domésticos y que cuando baje el nivel del río taparán la entrada de luz y no dejarán espacio para la flora autóctona”.

Aunque no son las únicas invasoras, porque también parece haber otras terrestres como el bambú, las calas, la “Tradescantia” y la “Tritonia”, que “son especies de jardín aclimatadas a la orilla del río que están desplazando a otras propias del bosque que dan cobijo y alimento a nuestra fauna”.

"Poco criterio ambiental"

Como dato realmente llamativo, los ecologistas destacan que las calas y demás especies invasoras son “las más respetadas en las rozas, lo cual deja patente el poco criterio ambiental de quienes las realizan y quienes consienten estos desbroces en un bosque con tanto valor ecológico pero salvando las ‘flores bonitas’, como si de un jardín se tratara y sin entender que son una gran amenaza para la fauna y la flora propias”.

Los ecologistas terminan lamentando la presencia en el Umia de ropa tirada, envases, plomo empleado en la pesca y otros muchos residuos.

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