¿Pescar para comer o pescar para vender?
Detectan un repunte de la pesca recreativa achacable a la crisis y el alto coste del pescado
Las cañas aumentan su presencia en los puertos, al igual que las poteras y trueles en medio de la ría
Cada vez hay más jubilados que tiran de “liña”, tanto en tierra como desde embarcación y en batea

Dos pescadores entre bateas. Al fondo, O Grove. / M. Méndez

La necesidad aprieta, y cuando el coste de la vida no deja de encarecerse, tirar de los recursos naturales es siempre una buena opción. Y eso parecen pensar los hombres y mujeres de la huerta de O Salnés y la ría de Arousa que han decidido ampliar sus plantaciones o probar suerte con la pesca deportiva para comer.
En el segundo caso, puede decirse que ya hace mucho tiempo que la crisis ha propiciado un aumento de las cañas en diferentes puertos arousanos.
Vana a más
Lo que sucede es que la crisis no remite y el precio, de pescado y mariscos no deja de subir, de ahí que el número de pescadores recreativos vaya en aumento.
Tanto en tierra firme como desde embarcación, ya que “cada vez son más los marineros jubilados que salen a pescar para comer”, explican los vigilantes de las cofradías.

Un grovense pertrechando su embarcación en O Corgo. / M. Méndez
“Hay jubilados que también van a pescar y después vienen vendiendo sus capturas diarias porque necesitan sacar dinero, ya que la pensión no les llega a nada”, argumentan los dueños de varios restaurantes de la comarca.
Venta ambulante
Tanto si es para consumo propio, al que están autorizados, como para la venta ambulante e irregular de las capturas, lo cierto es que “a simple vista se aprecia un aumento de pescadores deportivos desde embarcaciones y en las bateas de la ría”, tal y como indican efectivos de Gardacostas de Galicia.

Un trueleiro en una batea de O Grove. / M. Méndez
Los hay que pescan con “liña” (sedal) y que usan caña desde las embarcaciones, ya sea con “miñoca” (poliquetos), potera o cualquier otro cebo.
“Lo hacen para capturar algunos chocos, sargos, doradas, lubinas, faneca o especies similares”, esgrimen en las cofradías.
Camarón
Al igual que los hay que recurren al uso del truel, un útil de pesca empleado para la captura del camarón y como elemento auxiliar de otras artes que, en el primer caso, suele utilizarse en las bateas de cultivo de mejillón y ostra, aunque no en todas ellas está permitido.
Para aquellos que no lo conozcan, puede decirse que es similar a los trueles usados por los niños en las playas, pero más grande y consistente.
Está regulado en el Decreto de la Consellería do Mar referido a las artes, aparejos, útiles, equipos y técnicas permitidos para la extracción profesional de los recursos marinos vivos en aguas de Galicia.
Formado por un mango de dimensiones variables, que lleva en su extremo un aro provisto de cope de red, es empleado por los trueleiros profesionales que operan en la ría, pero también por aficionados que tratan de sacarle partido con si de pesca deportiva se tratara.
Pesca ilegal y furtivismo
Los guardapescas y miembros de Gardacostas de Galicia saben que “la crisis económica y la subida de precios genera una situación difícil para muchos consumidores, pero no solo hace que aumente la pesca deportiva, sumándose a ella gente que quiere capturar cuatro peces o calamares para comer, sino que también se nota entre al flota profesional”.

La lancha de vigilancia de la cofradía San Martiño, regresando a puerto. / M. Méndez
Lo que quieren decir es que “la escasez de recursos, y la subida de precios, también ayudan a que algunos hagan uso de su condición de pescadores o mariscadores profesionales para ejercer de furtivos”, vendiendo producto sin pasar por lonja a un precio menor al que tendrían si lo hiciera.
Esto de la pesca ilegal tampoco es que sea nada nuevo, pero los vigilantes consultados dicen haber detectado un incremento de la misma en los últimos meses.

Dos pescadores entre bateas. / M. Méndez
Llegan a indicar que “a veces hay productos que parece que han desaparecido de las lonjas y el mercado, pero en realidad lo que sucede es que se están vendiendo por fuera, de forma ilegal”.
Tanto es así que hay especies que este año y a finales del anterior han tenido precios realmente elevados, como la almeja y el centollo, que “pueden encontrarse por cauces extraoficiales –ilegales– casi a mitad de precio”, aseguran en algunos restaurantes.
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