Así se comportaron las biotoxinas marinas en 2023

La diarreica, amnésica y paralizante actuaron juntas y por separado

Bateeiros colocando cría en viveros de la ría de Arousa. |   //  M. MÉNDEZ

Bateeiros colocando cría en viveros de la ría de Arousa. | // M. MÉNDEZ / Manuel Méndez

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Aunque la toxina paralizante (PSP), la amnésica (ASP) y las lipofílicas, con la diarreica (DSP) como principal referencia, volvieron a hacerse notar en las rías gallegas, en momentos puntuales llegando a formar un inusual cóctel que obligó a cerrar una buena cantidad de bateas, no cabe duda de que 2023 un año plácido para el sector bateeiro.

Al menos desde el punto de vista de la afección de esas biotoxinas, no tanto en lo referido a la obtención de cría en las rocas del litoral, dando lugar, como muchos recordarán, a algunos de los peores y más tensos enfrentamientos de cuantos se han registrado históricamente en la conocida como “guerra de la mejilla”.

Abundancia de mejilla

Pero dejando al margen este proceso de recolección de semilla de mejillón, que este año está funcionando como pocas veces y garantiza abundancia y calidad de mejilla, de ahí la inexistencia de conflictos relevantes en las piedras, hay que abundar en la llamativa escasez de biotoxinas.

Esto puede explicarse diciendo que 2023 fue un año atípico, con temperaturas inusualmente altas en el agua y escasez de afloramientos costeros.

De ahí que se introdujera en las rías una menor cantidad de fitoplancton portador de biotoxinas, reduciéndose sensiblemente los días de cierre de extracción en los viveros flotantes.

Covadonga Salgado mostrando la evolución de las biotoxinas, en el Intecmar. |   //  M. MÉNDEZ

Covadonga Salgado mostrando la evolución de las biotoxinas, en el Intecmar. | // M. MÉNDEZ / Manuel Méndez

El problema es que al reducirse el volumen de fitoplancton en las rías no solo bajan las posibilidades de llegada de toxicidad, sino que son menos los nutrientes, siendo esta la causa o efecto del peor crecimiento del mejillón y de las no pocas dificultades que atravesó en sus desoves.

Pontevedra

Ni que decir tiene que la ría de Pontevedra volvió a ser la más castigada por la popular y erróneamente llamada “marea roja”. A pesar de lo cual, los días de cierre de bateas fueron menos que en 2022.

El año pasado, por ejemplo, el polígono más castigado de esta ría, y de toda Galicia –a excepción del experimental de Camariñas–, fue el Bueu B (186 jornadas inactivo), mientras que el Bueu A1 estuvo cerrado durante 175 días y el Bueu A2, en 161. Los tres por debajo de los cierres efectivos de 2022, ya que fueron de 203, 233 y 213 días, respectivamente.

La menor incidencia de las biotoxinas marinas también se hizo notar en los tres polígonos de Portonovo, con 86 jornadas de cierre en el A, 120 en el B y 126, en el C.

En cuanto a los Cangas A y Cangas B, el primero fue el único que empeoró resultados, pues pasó de 120 días de cierre en 2022 a 125, a lo largo de 2023, mientras que el segundo bajó de 172 a 158.

Arousa

Al contrario de lo sucedido en la ría de Pontevedra, la de Arousa fue la más beneficiada por la ausencia de toxicidades.

Buena prueba de ello es que las bateas de polígonos interiores, como los tres de Vilagarcía, los Cambados A2, A1, D y Grove A, así como siete de los ocho existentes en aguas de A Pobra do Caramiñal, estuvieron a disposición de sus titulares absolutamente todos los días.

Y otros que sí estuvieron cerrados, como el Pobra H, con 20 jornada inactivo, el Ribeira C (24) y el Ribeira B (28) vieron considerablemente reducidos los días de inactividad respecto a 2022.

Cambados y Meloxo

Al igual que sucedió en el Cambados B (solo 6 días de cierre), Cambados C Norte (39) y Cambados C Sur (22).

Mención especial merecen los polígonos grovenses de Meloxo, ya que al encontrarse en las inmediaciones de la boca de la ría son los que suelen verse más afectados.

Pero también en este caso se nota el descenso de toxicidad, como lo demuestra que el Grove C1 pasara de 75 días de cierre en 2022 a solo 8 a lo largo de 2023, o que el Grove C2 bajara de 145 a 53.

Lo mismo sucede con el Grove C3, de 69 a 37, y con el C4, que cerró únicamente 61 días, después de haberlo hecho en 129 del año anterior, a instancias del Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino de Galicia (Intecmar).

Vigo

Este centro analítico asentado en Vilaxoán (Vilagarcía), y dependiente de la Consellería do Mar, también se vio obligado a decretar menos cierres de los habituales en la ría de Vigo.

En este caso destaca que el Cangas F y el Cangas G, cerrados 136 días en 2022, los estuvieron en 95 y 78 jornadas, respectivamente, en 2023.

A su vez, el Cangas H pasó de 128 a solo 44, en el mismo periodo, el Cangas C bajó de 85 a 23 y el Cangas E, de 63 a solo 6.

Los mismos días que estuvo cerrado el pasado año el Redondela A, lejos de los 54 que alcanzó el anterior.

Inactividad que se elevó en 2023 hasta los 18 días en los Redondela B, C y D, con 38, 30 y 48 jornadas paralizados, respectivamente en 2022.

Los episodios tóxicos detectados durante el pasado ejercicio, controlados y gestionados por el Intecmar bajo dirección de Covadonga Salgado, también dieron pie al cese de actividad, durante 13 días, en el Redondela E, elevándose el Vigo A hasta los 42; lejos de los 55 del primero y los 97 del segundo en 2002.

Por cierto, que el polígono de Baiona estuvo entre los más afectados, ya que pasó de 213 a 172.

Muros-Noia

Para completar la alusión a la prohibición de extracción de moluscos bivalvos cultivados en los viveros flotantes de las Rías Baixas, cabe decir que la bateas de mejillón del Muros B cerraron durante 42 jornadas, las del Muros A lo hicieron en 83, las del Noia A estuvieron paradas 47 días y las del Muros C –que a día de ayer era el único cerrado por toxicidad en toda Galicia– dejaron de suministrar molusco 159 días.

Por último, en la ría de Ares-Betanzos destaca que el Sada 1 bajó de 146 a solo 25 días y que el Sada 2 pasó de estar clausurado en 2022 durante 122 jornadas, a no cerrar ni un solo día el año pasado.

Diarreica, amnésica y paralizante

Al analizar los cierres de bateas en función del tipo de toxicidad se comprueba,como se decía al principio de esta información, que en buena parte del año pasado coincidieron en el tiempo distintos tipos.

De ahí que el Bueu B, con 186 días totales de cierre, aparezca con 181 jornadas de toxinas lipofílicas y 31 de paralizante.

Un bateeiro deja patente su satisfacción ante la cantidad y calidad de la mejilla que ha encontrado.   | //  FDV

Un bateeiro deja patente su satisfacción ante la cantidad y calidad de la mejilla que ha encontrado. / FdV

De entre los que tuvieron un poco de todo puede citarse el Muros C, con 137 días de incidencia de toxina amnésica (ASP) durante todo el ejercicio, 159 en los que se registraron altos índices de diarreica (DSP) y 137 jornadas afectado por la paralizante (PSP), para completar así 159 días totales de inactividad.

Otro buen ejemplo de lo que puede deparar este cóctel de biotoxinas está en el Cangas F, ya que sus bateas permanecieron 14 días afectadas por la ASP y 81 castigados por las lipofílicas, aunque ni uno solo por la paralizante.

Sin embargo, el Cangas D tuvo 7 días con incidencia de amnésica, en mayo, 30 de lipofílicas –en abril, septiembre, octubre y noviembre– y 6 de paralizante –mayo–, para completar 43 días de cierre total.

El Vigo A fue otro de los polígonos salpicados por los tres tipos de toxinas, con 19 días de cierre acumulados por PSP, 20 por DSP y 4 por ASP.

El Muros B, Cangas A y Cangas B fueron otros polígonos que el año pasado sufrieron, en mayor o menor medida, el paso de las tres toxicidades.

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