Medio millar de mamíferos marinos varados este año

En estas fechas comienza la temporada de lobos marinos

La marsopa aparecida muerta en una playa de O Grove.

La marsopa aparecida muerta en una playa de O Grove. / Cemma

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Hace unos días se daba cuenta de la aparición de tres delfines comunes muertos, varados en el entorno de Cabo Udra (Bueu) y con evidentes signos de haber sido víctimas de captura accidental.

Los de estas tres jóvenes hembras se sumaban al cuerpo de otro delfín localizado días antes por un barco que navegaba entre Moaña y Vigo.

Y también al de un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus) aparecido en Fisterra, una especie propia de las frías aguas del Atlántico Norte que no es habitual en Galicia, donde hay que remontarse a 2004 para tener constancia del último individuo avistado.

Sin olvidar, entre los varamientos más recientes, el de un rorcual aliblanco adulto –de unos 8 metros– localizado hace apenas quince días en Oia, siendo éste el sexto ejemplar de esta especie varado en la comunidad en lo que va de año.

Junto a estos casos se han registrado otros muchos, con mamíferos muertos en prácticamente toda la costa atlántica de Galicia.

520 ejemplares

Tantos, que el número de ejemplares varados en lo que va de año se eleva ya a 520.Y eso sin tener en cuenta a todos aquellos que, por diferentes razones, no han sido inventariados.

Miembros de la Cemma analizando una ballena aliblanca, en Sanxenxo.

Miembros de la Cemma analizando una ballena aliblanca, en Sanxenxo. / Cemma

Así lo confirma la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma), tras haber estudiado durante el fin de semana el cadáver de una marsopa (Phocoena phocoena) aparecido en la costa de O Grove.

Un caso que resulta especialmente grave, ya que las marsopas, conocidas en Galicia como “toniñas”, son una especie en riesgo de extinción.

“Phocoe-nando”

Razón por la cual la Cemma anunciaba el pasado mes de octubre la puesta en marcha de “Phocoe-nando”, un proyecto medioambiental a modo de “Red ciudadana para la protección y conservación en Galicia de la marsopa afroibérica”.

Es una estrategia nacida de la mano de la entidad financiera CaixaBank que se suma a multitud de iniciativas llevadas a cabo por la Cemma para salvar a la marsopa común, que en 2020 fue catalogada “En peligro de extinción” en España.

Es, cabe recordar, “la especie de cetáceo más singular que habita la costa de la Península Ibérica, debido a que está considerada una subpoblación aislada de las marsopas del Hemisferio Norte”.

Un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus).

Un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus). / Cemma

Pero la “toniña”, presente desde el Cantábrico hasta el Estrecho de Gibraltar, centrando el grueso de su población en la costa galaico-portuguesa, “está a punto de desaparecer de la faz de la Tierra”, de ahí la preocupación cuando aparece un ejemplar muerto, como esta vez en la costa meca.

Focas

Junto a los delfines, marsopas y ballenas que quedan varados, en la mayor parte de los casos ya muertos, hay que tener presentes a los lobos marinos, toda vez que es en esta época del año –sobre todo a partir de enero– cuando aumentan las probabilidades de que acaben varados o en apuros en esta comunidad.

Mayormente, son ejemplares juveniles procedentes de las colonias del Norte de Europa, posiblemente de Irlanda. Individuos inexpertos que pueden estar ya muy cansados y débiles cuando, empujados por los temporales en el Cantábrico y el Atlántico, buscan refugio en las playas gallegas para descansar o pasar la noche; de ahí que muchos de estos individuos no necesiten ser rescatados.

Para los que sí lo necesitan está la Cemma, como entidad responsable de la Red de Varamientos de Galicia, en la que tiene el apoyo de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta y de la Fundación Biodiversidad –del Ministerio para la Transición Ecológica–, en este caso con fondos europeos procedentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).

Hay que alejarse

Desde dicha entidad, presidida por Alfredo López, no se cansan de repetir que en caso de avistamiento de una foca, los ciudadanos deben abstenerse de molestarlas.

Y, desde luego, no deben acercarse. No solo porque pueden empeorar su estado de salud, en caso de que sean ejemplares heridos, sino también porque son animales salvajes que pueden resultar peligrosos.

“Hay que mantener una distancia prudente, ya que pueden responder agresivamente, por eso tampoco hay que bloquearles la vía de huida hacia el mar, dejándoles siempre una alternativa por si quieren marchar”, advierten en la Cemma.

Lo que procede hacer, en caso de localización de alguna foca, delfín, tortuga o cualquier otro animal varado en la costa, es mantener silencio, evitar que sean molestadas por los perros –en caso de tener alguno en ese momento– y, de ser preciso, dar la alerta al 112 o a la Cemma.

“Max” , “Pabbar”, “Rube”, “Silbur”, “Orzán”, “Raciño”, “Camelle”, “Lucero” son solo algunos de los lobos marinos recuperados en Galicia en los últimos años gracias a la labor de la Cemma y la colaboración de entidades como el Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa) de A Illa de Arousa.

Puede recordarse que en Galicia existen registros de lobos marinos desde 1972, localizándose hasta 1989 una docena de ejemplares los, la mayoría de foca gris, aunque también de foca capuchina y de foca barbuda (Erignathus barbatus), una especie de tamaño mediano que habita en el Océano Ártico y sus proximidades.

Desde 1990 hasta 2018 se encontraron 206 lobos marinos más, el 75% foca gris, el 7% foca capuchina y el 1,4% de foca común, de puerto o foca moteada (Phoca vitulina), que habita a lo largo de las líneas costeras de los mares templados y fríos del hemisferio norte.

El lobo marino “Comba”, en el Igafa de A Illa.   | // FDV

El lobo marino “Comba”, en el Igafa de A Illa. / FdV

Menos del 1% correspondía a lobo marino barbudo, foca ocelada o foca anillada (Pusa hispida), propia del Ártico, y foca pía o foca de Groenlandia (Pagophilus groenlandicus), una especie que habita en el Atlántico Norte y el Océano Glacial Ártico.

Más de la mitad de esos mamíferos marinos “fueron observados en el mar o varados aún con vida, contrariamente a lo que sucede con los cetáceos, ya que solo el 10% llegan a varar vivos”.

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