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Las artes de pesca prohibidas pueden salvar el marisqueo

El sector reabre el debate sobre el empleo de aparejos que ayudan a oxigenar el substrato

Captura de volandeira con “bou de vara” en la ría de Arousa. | // IÑAKI ABELLA

Con las elecciones en las cofradías de pescadores gallegas a la vuelta de la esquina, el 29 de octubre, vuelven a escucharse las voces de aquellos que consideran que sería “enormemente positivo para el sector pesquero y marisquero” recuperar aparejos en desuso o incluso prohibidos, citando como ejemplo artes como el “bou de vara”, “endeño remolcado”, “can da ameixa” o “cansito”, “chinchorro” o “boliche”, la “rapeta” o “bou de man”, rastro del camarón y algunos más.

Quienes así se posicionan reclaman que ahora que comienza el proceso electoral en los pósitos, sea éste uno de los asuntos y debates a plantear por los candidatos a ocupar el cargo de patrón mayor o cualquier otro ante la configuración de los nuevos cabildos.

Aerogeneradores marinos y algas

“Al igual que tienen que empezar a hablar de la adopción de planes ambiciosos con los que hacer frente a las plagas de algas y sobre la posibilidad de convivir, a corto plazo, con los aerogeneradores marinos que cada vez se implantan en más partes del mundo”, reflexionan en el sector.

El mismo que cuando incide en recuperar determinados útiles de pesca y marisqueo lo hace desde el convencimiento de que “redundará en beneficio de todos”.

Se refieren, cuantos así lo plantean, a artes que sirven para “luchar contra especies depredadoras” como las estrellas de mar y para “remover el fondo arando el lecho marino”, con lo que esto supone de regeneración del substrato en el que se entierran infaunales como la almeja, berberecho, longueirón o navaja.

“Lo que se conseguía con el uso de algunas artes antes de que desaparecieran o se prohibieran era oxigenar el fondo, lo cual aumentaba la riqueza de los bancos marisqueros”, explican los socios de diferentes cofradías, que ya plantearon esto en repetidas ocasiones desde 2013, cuando empezaron a registrarse importantes problemas con la productividad en rías como la de Arousa.

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El libre marisqueo se queda sin oxígeno en Arousa M. Méndez

“Lo que sucede es que no se emplean y se acumula todo el fango, la materia orgánica y material inservible sobre el lecho de las rías, y eso impide el normal desarrollo de los bivalvos”, decía el sector en 2013.

Y ahora enfatiza: “Dado que ya no se remueve tanto el lecho marino desde que prohibieron algunas artes de arrastre, y como solo se trabajan las zonas de cultivo de cada cofradía o agrupación de mariscadores, vemos que cada año de están perdiendo más zonas de producción”.

Dibujo de un "bou de vara", que se arrastra desde embarcación.

Otros ponen ejemplos prácticos y resaltan la “alarmante pérdida de almeja y berberecho en zonas que fueron tan importantes como las de libre marisqueo”, por lo que se muestran convencidos de que si se consintiera el uso de algunas artes prohibidas en Os Lombos do Ulla, Bohído y Cabío, por ejemplo, “aumentaría su riqueza, ya que habría mayor reclutamiento de juveniles y, poco a poco, se recuperaría la importante producción anual que tuvieron esos bancos en el pasado”.

Hay incluso quien utiliza los montes y los huertos de cultivo como símil, indicando que “desde que no se trabajan las zonas forestales se han convertido en un polvorín que propicia los incendios, y si las fincas no se labran, ya no dan fruto, sino solo malas hierbas”.

Lo que quieren decir es que, como bien saben las agrupaciones de marisqueo a pie y a flote, al igual que los parquistas de Carril –que se emplean a fondo limpiando, sembrando y arando sus concesiones–, “el mar también debe ser trabajado y cultivado, lo cual implica oxigenar no solo las zonas habituales de cada pósito, sino también las del libre marisqueo y todas aquellas a las que es imposible llegar a pie, o donde las artes de pesca existentes no sirven para esa regeneración”.

Un rastro de la vieira, con el que también se recoge la ostra. // I.Abella

En relación con esto, los propios mariscadores confirman que “hay zonas a las que no podemos llegar para trabajarlas convenientemente, ni a pie ni desde embarcación, por lo que se están muriendo a causa de la acumulación de sedimentos y el desgaste”.

Depredadores

Sin olvidar que los depredadores van a más y que, “al utilizar de nuevo artes como el cansito, no solo estaríamos oxigenando el fondo marino y permitiendo la recuperación de especies de interés comercial, sino que acabaríamos con amenazas como la estrella de mar, cada vez más abundante”, aseveran en los “rañeiros”.

De ahí que, insisten tanto ellos como los bateeiros, “recuperar ciertas artes de pesca pueda ayudar a regenerar las rías, y eso es lo que tienen que plantear ahora los candidatos a patrón mayor cuando presenten sus programas”.

Benito González, en 2013

Reflexión que sí plantearon algunos como Benito González cuando, en 2013, era presidente de la Federación Gallega de Cofradías y patrón mayor de Cambados, confirmaba que el “cansito” se usaba de forma muy testimonial en Galicia, y que en Cambados se empleaba “para regenerar algunos bancos, pero no para la extracción de producto”.

Lo cual lo llevaba a concluir que se trata de un arte “muy buena” y que, “al no utilizarse tanto como antes el rastro de la vieira y otros útiles semejantes, es evidente que cada vez el fondo está menos oxigenado”.

La demostración del arte de la rapeta en la playa de Banda do Río, en el centro de Bueu. // Lidia Nieves

Los bateeiros también se pronunciaban entonces, como ahora, para decir que existe “un claro problema de degradación del fondo marino”, resaltando que “antiguamente el cansito que empleaban las planeadoras ayudaba a sanear el lecho de la ría, pero desde que esas y otras artes de pesca dejaron de utilizarse, la productividad va a menos”.

Cuando se propone recuperar viejas artes y se incide en el “cansito”, por ejemplo, no existen diferencias entre pescadores, mariscadores y bateeiros, últimamente enfrentados a causa de la “guerra de la mejilla”.

No siempre fue así, ni mucho menos, de ahí que ya reivindicaran juntos este tipo de medidas de regeneración desde hace más de una década, incluso con apoyo de la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA).

Una forma de trabajar el mar perdida en el tiempo

Cuando en la actualidad el sector retoma estas recomendaciones y reivindicaciones, no solo se refiere, por tanto, a la reutilización del arrastre artesanal en desuso o prohibido, sino también a la recuperación de formas de trabajar también perdidas con el paso del tiempo.

Quizás recordando que antiguamente el chinchorro o boliche se empleaba prácticamente sobre la playa, siendo en la actualidad una forma de trabajo prohibida, permitiéndose exclusivamente la modalidad “pombeira”, es decir, desde embarcación. Un arte de pesca similar a la rapeta, aunque de mayor longitud.

Ambas son artes mixtas de arrastre y cerco, pues al tiempo que se arrastra la red con el barco se van cerrando sus alas o extremos, estrechando así el cerco sobre las especies situadas en el área de acción del aparejo.

Con este tipo de útiles no solo se pescan calamares, sino también pulpo, jurel, faneca, besugo e incluso centollo, camarón, sardina y salmonete.

Por su parte, el boliche o chinchorro fue el arte que sustituyó a la rapeta o “bou de man”, y explican los expertos en la materia que las maniobras de largado y recogida de ambas artes también son similares.

Con el primer aparejo el largado se hace de forma manual, siempre partiendo desde el punto de menor profundidad en la zona de pesca y avanzando hacia el más profundo, situando previamente en el lecho marino un rizón sujeto con una boya de la que parte uno de los extremos de la red.

Lo que hace la embarcación a medida que avanza en el proceso de largado es describir una trayectoria oval, hasta depositar en el agua todo el paño. Es en ese instante cuando comienza la maniobra de arrastre, poniendo proa hacia la boya colocada inicialmente, de tal forma que se realiza el cerco de las capturas. Un arrastre que debe efectuarse siempre hacia tierra, y a favor de la corriente. Una vez alcanzada la boya ésta se sube a bordo y empieza la recogida del aparejo.

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