En Vilagarcía las administraciones públicas han hecho muy poco en materia de memoria histórica. El Concello retiró los títulos honoríficos concedidos en los años 60 a Franco y a su mujer Carmen Polo, pero la cruz falangista continúa en la fachada de la iglesia parroquial, el juez Luis Pando y Laureano Gómez-Paratcha (Hijo Adoptivo y Predilecto respectivamente) esperan una calle en su honor pese al acuerdo plenario de hace años y el callejero de la ciudad está pendiente de renovarse para aumentar el número de viales con nombres de mujeres destacadas y de cambiar los que incumplen la Ley de Memoria Histórica.
Pese a esta ingente tarea que quedar por hacer, Vilagarcía dio ayer un paso de gigante con el inicio de los trabajos de exhumación de la única fosa común de la Guerra Civil que hay documentada en la ciudad. Se encuentra en el cementerio municipal, en Rubiáns, donde un equipo multidisciplinar liderado por la Universidade de Santiago de Compostela (USC) busca con esperanza los restos mortales de 18 arousanos asesinados entre 1936 y 1937, tras el golpe de Estado.
Equipo multidisciplinar
Arqueólogos, antropólogos e historiadores llegaron a las ocho y media de la mañana al camposanto para comenzar la excavación, la primera que Histagra (Historia Agraria e Política do Mundo Rural) y otros tres grupos de investigación llevarán a cabo en Galicia durante los próximos cuatro años. También participa el Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) con el reputado antropólogo Fernando Serrulla y el equipo de Ángel Carracedo, uno de los mejores genetistas del mundo, para el análisis del ADN en el caso de encontrar a los fallecidos.
30 metros cuadrados excavados de 100
En la primera jornada (transcurrió de 8.30 a 17.00 horas aproximadamente) no hubo suerte. De una superficie de 100 metros cuadrados que se prevé excavar, ayer se horadaron unos 30 a una profundidad de metro y medio, según cifra el arqueólogo director de la excavación, Francisco Alonso Toucido.
En el 40% de las fosas los trabajos concluyen sin éxito
Aunque llovió en determinados momentos del día, la colocación de una carpa fue suficiente para poder continuar los trabajos. Los expertos confían en que a lo largo del día de hoy se produzcan novedades, si bien apelan a la prudencia, ya que en más del 40% de las fosas de cementerios no aparecen restos. Así se desprende de la tesis doctoral de Fernando Serrulla.
El antropólogo destaca que “esta no es una investigación forense al uso”, puesto que no está judicializada y él asiste al arqueólogo forense para identificar los huesos. No obstante, aclara que “el símil más parecido es el de una investigación de la escena de un crimen”. Por ello, se persiguen los cinco objetivos de cualquier muerte: determinar el origen, la fecha, la causa (si es una muerte suicida, criminal o natural), las circunstancias y la identificación. Como mucho se podrá cotejar el ADN de diez de las 18 víctimas al disponer de familiares directos dispuestos a hacerse las pruebas.
Evidencias escritas
El catedrático en Historia Contemporánea y coordinador del proyecto, el profesor Lourenzo Fernández Prieto, señala que cuentan con referencias documentales de 16 de los 18 fallecidos (de dos la información disponible era mediante vía oral). “Hay muchas evidencias escritas como el Registro Civil, el libro del cementerio, procesos judiciales abiertos aunque se matasen con paseos...”. También disponen de fotografías aéreas y testimonios, entre otros, de enterradores jubilados.
Por su parte, los arqueólogos de Tempos (empresa que ya trabajó en Cálago o San Sadurniño) tomaron muestra de los distintos niveles de sustrato y cuentan con un GPS subcentimétrico cuyo margen de error es inferior al centímetro. Realizan la excavación con medios mecánicos pero también manuales para mayor precisión. Además de huesos, aspiran a encontrar impactos de bala o efectos personales que “habría que exponer en museos para su preservación como evidencias de la represión”. Por ahora la incógnita sigue en el aire.
Un día histórico de "justicia y reparación"
Justicia y reparación son las palabras más repetidas por los familiares de los arousanos asesinados entre el 36 y el 37 que presuntamente fueron arrojados a la fosa común del cementerio de Vilagarcía. César Roo, bisnieto de una de las víctimas (José Ramón Roo Pérez), acudió a primera hora de la mañana al camposanto para presenciar los trabajos de excavación. Tenía sentimientos encontrados: “Hoy es un día muy feliz y triste al mismo tiempo. Un día raro pero bonito. Estamos expectantes a ver qué se encuentra”.
Considera que para la reparación de las víctimas y sus familias “es justo que se haga esto”. “Hoy sería uno de los días más felices en la vida de mi abuelo Andrés, que durante tantos años quiso llegar a lo que se está haciendo hoy: intentar tener los restos de su padre y de su tío para darles un descanso digno, para personas dignas como eran. Se encontrará algo o no, pero el mismo hecho de abrir esta fosa es un motivo de alegría y de victoria. Va por ti, abuelo”. Estas son las palabras que César escribió en el libro de visitas habilitado en la capilla del cementerio de Rubiáns.
En él también escribió Margarita Teijeiro, una luchadora incansable por la recuperación de la memoria histórica de Vilagarcía. De hecho durante los años 90 llevó a cabo un arduo trabajo para poner nombre y apellidos a las personas asesinadas y enterradas en la fosa. “Me siento terriblemente triste por tener que estar haciendo esto, por lo que se hizo con seres humanos. Es un día de justicia y reparación, pero un día triste”. Admite que “esto es un camino de desconocimiento total porque nuestras fuentes orales eran las familias a las que les decían que estaban aquí”.
Recuerda Teijeiro que la de Rubiáns es la única fosa común de la que se tiene conocimiento en Vilagarcía: “Había una en Cornazo pero salió mal. Mataron a Manuel Álvarez Silva y a Perfecto Allo. Los enterraron juntos en una fosa pero la familia de Perfecto, sus tres hermanos, saltaron el muro y excavaron con sus manos para llevarse los huesos. Y se llevaron los de Perfecto y también los de Álvarez Silva. Hoy están los dos enterrados en O Grove”.
El alcalde de A Illa de Arousa, Carlos Iglesias, es bisnieto de otra víctima, Avelino Fuentes: “Me parece un día muy importante para la memoria histórica. Ojalá encuentran e identifiquen a los represaliados y puedan pasar a estar con sus familias. Fueron gente humilde que solo querían desarrollar sus vidas con sus familias y el fascismo se lo impidió. Y las familias quedaron trastornadas para siempre”.
Prueba de ello fue el caso del abuelo de César Roo, que se despidió de su padre en los calabozos cuando solo tenía 5 años. “A mi bisabuelo y a su cuñado Luis Iglesias los cogieron en Cornazo, junto con el dueño de la casa donde se escondían. Tras unos días en los calabozos los mataron en Os Martices. En casa nunca se habló mucho de esto”.