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Peligro por caída de cascotes en Vilagarcía: media docena de fachadas llevan semanas valladas

La fachada de Rey Daviña, horas después del desprendimiento del 13 de agosto. | // IÑAKI ABELLA

Una caminata por el centro de Vilagarcía permitirá descubrir en poco tiempo hasta media docena de aceras aparatosamente cortadas con vallas de obra por desprendimientos de cascotes y otros elementos de las fachadas de edificios. En algunos casos, hace semanas y hasta meses que se produjo el siniestro sin que se haya acometido la reparación y reapertura del vial, para desesperación de los residentes en los inmuebles colindantes.

Dos de las barricadas más antiguas son las existentes en la calle Fariña Ferreño, en las inmediaciones del río de O Con, que ocupa un buen tramo de una de las aceras, o la que rodea una de las alas de un edificio del barrio de Os Duráns. Pero hay más. Recientemente, en cuestión de pocos días, los servicios de emergencias tuvieron que acudir al cruce de Arzobispo Gelmírez con San Roque y a la aún más céntrica Rey Daviña. En ambos casos, hay estos días un entramado de vallas amarillas para evitar que los viandantes se aproximen a la zona donde cayeron cascotes.

Los seguros se inhiben en muchos casos pues los siniestros se deben a la falta de mantenimiento de las fachadas

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En O Castro, también hace ya bastante tiempo que está cortado uno de los callejones del barrio, situado junto a un concurrido restaurante. También hace meses que hay que esquivar un vallado, este más discreto, en la calle Doutor Tourón, tras un desprendimiento que se produjo a las puertas de una sucursal bancaria. Y, finalmente, en la plaza de España la comunidad de vecinos ha colocado en el alero de su edificio una protección horizontal levemente inclinada para recoger eventuales fragmentos de obra, pues el desprendimiento se produjo sobre la terraza de un bar y un vallado convencional supondría cerrarla.

Edificio del que se desprendieron losetas de piedra en septiembre de 2020, una de las cuales hirió a un hombre de extrema gravedad Iñaki Abella

Este tipo de siniestros se están produciendo con relativa frecuencia en Vilagarcía en los últimos meses. Por fortuna, casi nunca se saldan con daños personales o materiales de gravedad, pero hay ocasiones en que sí ha sucedido. En septiembre de 2020, el propietario de una pizzería estaba tomando algo en una terraza del entorno de Arzobispo Lago cuando le cayó encima una loseta de piedra del edificio. Sufrió heridas gravísimas.

Para los profesionales consultados por FARO, responsables de empresas constructoras o administraciones de comunidades de vecinos, estos episodios se producen fundamentalmente por la falta de mantenimiento de las fachadas. La normativa establece que deberían revisarse una vez cada década, pero a la hora de la verdad son pocas las comunidades que realizan este mantenimiento, pues se trata de un trabajo costoso. Pero más costoso puede resultar el tener que afrontar los eventuales daños tras la caída a la calle de restos de una pared.

“Muchas compañías de seguros no están cubriendo este tipo de siniestros porque entienden que se han debido a la falta de mantenimiento de las fachadas”, advierte Alejandro Martínez, gerente de la administración de fincas Grupo Marfor. “Lo que hacen en algunos casos es cubrir los daños, la responsabilidad civil, pero después se los reclaman a los vecinos en la vía judicial”.

Por ello, Martínez opina que para evitar sustos, reducir el riesgo de que se produzca una desgracia y un cataclismo económico en la comunidad, lo mejor es llevar al día los mantenimientos, “y contratar seguros eficientes, con buenas coberturas”, en vez de dejarse deslumbrar únicamente por los seguros con un precio imbatible.

Retrasos en las obras

¿Por qué se eternizan las reparaciones y, en consecuencia, los incómodos cierres de aceras y hasta de partes de la calzada? Para Alejandro Martínez esto se debe a una confluencia de factores. En primer lugar apunta a los ritmos administrativos, que no siempre son lo ágiles que los vecinos querrían. “Desde que se pide una licencia de obra hasta que te la conceden pueden pasar tranquilamente dos meses”, señala.

Las reparaciones se eternizan en muchos casos por una confluencia de factores, entre ellos la dificultad de algunos propietarios para pagar las derramas con carácter inmediato

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Otra de las causas que influyen en los retrasos es que las empresas constructoras están viviendo una época dorada en cuanto a trabajo, y esto provoca que cuando surge la necesidad de hacer una obra, salvo que sea urgentísima, no queda más remedio que ponerse a la cola y esperar. “Para acometer una reforma que supondrá quince días de trabajo he visto esperas de hasta seis meses”, declara el administrador de fincas vilagarciano.

Relacionado con esto último, algunas empresas reclaman fuertes adelantos antes de empezar los trabajos, y hay comunidades de propietarios que no pueden o no quieren hacer frente a ellos. “Hay empresas que piden adelantos de hasta el 70 por ciento del total de la obra, y ni todas las comunidades tienen fondos suficientes para hacer frente a esas cantidades, ni todo el mundo tiene ahorros o un trabajo estable para poner 2.000 euros para una derrama de la noche a la mañana”.

La pandemia ha añadido un poco más de complejidad a la situación, porque la normativa COVID impide celebrar las asambleas de vecinos ordinarias (solo se pueden convocar por motivos extraordinarios), con lo que es más complicado debatir y votar la conveniencia o no de hacer una revisión preventiva.

Por lo tanto, los arreglos en las fachadas y la reapertura de los viales se demoran en ocasiones hasta la agonía, “por muchos factores distintos”, indica Martínez, y en ocasiones ajenos al deseo de los propietarios del inmueble afectado.

Aunque no siempre es así. En Rey Daviña hace días que está trabajando una grúa. La caída de cascotes se produjo el 13 de agosto, y llegó a provocar el cierre de una tienda. Los propietarios, en este caso, actuaron con toda celeridad.

Los revestimientos de piedra son muy sensibles a la lluvia

Los constructores también recomiendan inspeccionar las obras cada cierto tiempo, pero la realidad es que, salvo excepciones, la mayoría de las comunidades solo actúan cuando se producen los primeros desperfectos. Jacinto Vidal, dueño de la empresa de construcción homónima, advierte de que las piezas más sensibles a desprenderse son los aplacados (revestimientos de paredes con fragmentos o losetas, generalmente de piedra), pues con el paso del tiempo el agua de la lluvia y la humedad se introducen entre estos y la pared, “y van afectando a los anclajes”.

El resultado es que la humedad causa la oxidación de estos anclajes, que van hinchando, hasta que llega un momento en que aumentan tanto de volumen que se produce el desprendimiento. “Todo necesita un mantenimiento”, y apunta que los edificios no son una excepción, pues las piezas exteriores van sufriendo cambios debido a los efectos de los agentes meteorológicos y del propio asentamiento de las construcciones, cuando son nuevas.

“En invierno es cuando más sufren las fachadas, porque es cuando más llueve, aunque la caída de los elementos se produzca todavía unos meses más tarde o al año siguiente, el proceso no es inmediato”, aclara Jacinto Vidal. En cuanto a la dilación en las obras, recuerda que el sector de la construcción está sufriendo, “problemas graves por el retraso en el suministro de materiales”.

En Común solicita al Concello una inspección de todos los edificios

Los desprendimientos se han vuelto tan frecuentes en los últimos meses que el asunto ha llegado ya a la agenda política. El grupo municipal de Vilagarcía en Común presenta al próximo pleno una moción en la que propone dos acuerdos.

En primer lugar, que el Ayuntamiento, “iniciará de inmediato una campaña de inspección de las fachadas de todos los edificios de Vilagarcía, con la finalidad de detectar las deficiencias que supongan un riesgo”. En segundo lugar, la formación que representa el concejal Juan Fajardo propone que el Concello habilite, “una línea de ayudas y subvenciones para ayudar a las comunidades de propietarios a hacer frente a las medidas que deban acometer para evitar estos riesgos”.

En Común advierte de los riesgos graves que pueden acarrear estos accidentes, además de la incomodidad de encontrar aceras y hasta calles cortadas, y sostiene también que, “Vilagarcía necesita sin demora un plan municipal que ataque los dos flancos”.

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