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El coronavirus deja duelos más largos y dolorosos

Traslado de un fallecido por COVID-19, esta semana en el Hospital do Salnés. | // IÑAKI ABELLA

Los destrozos emocionales que provoca una muerte por coronavirus probablemente durarán más que las causadas por otras enfermedades. La imposibilidad de despedirse de un familiar o amigo, de verle por última vez en el tanatorio, y en algunos casos incluso de estar en el entierro son golpes durísimos que en algunos casos dejarán secuelas emocionales.

Sacerdotes, trabajadores de funerarias o psicólogos conocen bien los sentimientos de vacío, duda, rabia y culpabilidad que acompañarán durante meses a las otras víctimas del COVID, los que perdieron a un ser querido.

Cuando el personal sanitario de una ambulancia llega a una casa para trasladar al hospital a una persona enferma de COVID, los familiares del paciente saben que salvo que sobreviva, no le volverán a ver.

El traslado de un paciente del Hospital do Salnés fallecido hace unos días por COVID. Iñaki Abella

“Cuando nos llaman de un hospital u otro centro para recoger a un fallecido por coronavirus nosotros ya no llegamos a verlo. Lo recibimos en el interior de un doble sudario que ya ha sido desinfectado”, explica Carlos Villaverde, encargado de la Funeraria Santa María, ubicada en Caleiro (Vilanova).

“Cuando nos llaman de un hospital u otro centro para recoger a un fallecido por coronavirus nosotros ya no llegamos a verlo. Lo recibimos en el interior de un doble sudario que ya ha sido desinfectado”

Carlos Villaverde - Encargado de la Funeraria Santa María, de Caleiro (Vilanova)

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El personal de la funeraria recoge el cuerpo sin vida y lo introduce en un ataúd, que inmediatamente es precintado y desinfectado. Los familiares del fallecido no tendrán la posibilidad de ver su cara por última vez, puesto que en el tanatorio la caja estará permanentemente cerrada.

“Los velatorios son muy tristes. Hay familiares de fallecidos por COVID que necesitarán ayuda psicológica”, añade Villaverde.

“Los velatorios son muy tristes. Hay familiares de fallecidos por COVID que necesitarán ayuda psicológica”

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Una forma de morir desoladora, con velatorios y entierros íntimos

La muerte de un ser querido siempre es un golpe difícil de digerir. Pero el coronavirus ha traído una forma de morir desoladora, tanto para el paciente, que a menudo fallece prácticamente solo, como para sus hijos, nietos, hermanos o parejas, que se ven privados del consuelo de estar al lado de la persona que quieren y poder despedirse.

En la primera ola, hubo casos en que apenas transcurrieron unas horas entre la muerte de un paciente de COVID y la inhumación. Se hacía todo tan rápido que a menudo no llegaban al entierro todos los familiares directos.

En los momentos más oscuros del inicio de la pandemia llegaron a suprimirse los velatorios. Además, solo se permitían acompañamientos de tres personas, y en ocasiones los parientes ni siquiera podían acceder al cementerio con el personal de la funeraria.

Una enfermedad que sigue siendo un estigma

Juan Ventura Martínez se duele por la barrera que el coronavirus crea entre las víctimas y sus parientes y allegados.

“Se sufre mucho al saber que no le puedes dar la mano a tu padre en el momento en el que se va a morir”. “Hay gente que ha quedado muy tocada porque ha pasado por unas situaciones que son tremendas”, añade el sacerdote.

Carlos Villaverde, de la Funeraria Santa María, señala igualmente que lo más duro para quienes han sobrevivido a un enfermo de COVID, “es no poder estar con su ser querido cuando muere”.

Los confinamientos añaden otro ingrediente de drama a algunos decesos, puesto que hay casos de parientes de primera línea de consanguinidad que no pudieron ir a despedir al cementerio a su padre, abuelo o pareja por estar ellos mismos contagiados.

“Hay gente que va a necesitar ayuda psicológica”, sentencia Carlos Villaverde. En cuanto a las limitaciones en los velatorios y el acompañamiento de la comitiva fúnebre, la psicóloga Ana Núñez plantea que las familias no sufren tanto porque haya poca gente con ellos como, “por el hecho de que falte alguien que es importante”.

Finalmente, llama la atención sobre el velado estigma que parece aún hoy rodear al COVID. “Hemos tenido casos de personas que al reincorporarse a sus puestos de trabajo notaron como sus compañeros se alejaban de ellos”, explica.

Permitidos los velatorios

Hoy, la situación ha cambiado mucho y las restricciones se han suavizado tanto en los tanatorios como en los cementerios. Están permitidos los velatorios, aunque únicamente pueden permanecer cinco personas dentro del tanatorio de forma simultánea. Y el acompañamiento fúnebre puede estar compuesto por hasta 15 personas.

Pero, aún así, el ritual de despedida de una víctima de COVID no se parece en nada al de una persona que ha muerto por otras causas. Carlos Villaverde afirma que son muchos los que expresan sus dudas sobre la identidad del fallecido, puesto que el féretro no puede abrirse en ningún momento. También les resulta muy doloroso dejar solo al difunto por la noche.

"Hay familias que dan parte del fallecido más tarde para no dejarlo solo de noche en el tanatorio”

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Tanatorios cerrados por las noches para garantizar que se cumplen las limitaciones de aforo

“Ahora cerramos el tanatorio por las noches para garantizar que se cumplen las limitaciones de aforo. Y hay familias que dan parte del fallecido más tarde para no dejarlo solo de noche en el tanatorio”, sostiene el encargado de la funeraria Santa María.

También han cambiado las ceremonias religiosas. Juan Ventura Martínez, párroco de San Vicente de O Grove, explica que cuando el difunto ha muerto de COVID, “primero se va directamente al cementerio y después se hace la misa de funeral”. Pero incluso hay casos en los que el funeral tiene que aplazarse, “porque los familiares del difunto también están contagiados y tienen que estar confinados”.

“Primero se va directamente al cementerio y después se hace la misa de funeral; a veces tiene que aplazarse porque los familiares del difunto también están contagiados y tienen que estar confinados”

Juan Ventura Martínez Reboeiras - Cura párroco de San Vicente de O Grove y Santa María de Simes

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Para los supervivientes, esto es emocionalmente durísimo. “Ver que has perdido a un ser querido del que no te pudiste despedir, y que ni siquiera pudiste ir al entierro... Y salir de casa dos semanas después e ir a ver el nicho. Para una familia son momentos muy duros”, sostiene el sacerdote.

Juan Ventura Martínez Reboeiras, durante una misa en Simes (Meaño). Iñaki Abella

Juan Ventura Martínez, de hecho, confiesa que una de las experiencias más impactantes que ha vivido en el desempeño de su profesión fue, “enterrar a personas solo al lado de un par de familiares”.

Humanizar la muerte

Ana Núñez Rubines, psicóloga especialista en catástrofes y emergencias, y que trabaja en el centro de psicología Claves, en Vilagarcía, plantea que la forma de morir que ha traído el SARS-CoV-2, “complica los duelos”.

“Los duelos se complican cuando ves a un ser querido que se lo llevan al hospital y la siguiente vez ya te lo encuentras en el tanatorio. Eso deja un vacío”.

“Los duelos se complican cuando ves a un ser querido que se lo llevan al hospital y la siguiente vez ya te lo encuentras en el tanatorio. Eso deja un vacío”

Ana Núñez Rubines - Psicóloga especialista en catástrofes y emergencias

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Ana Núñez es partidaria de humanizar la muerte de los pacientes de COVID en la medida de lo posible, “por el bien tanto del que se va como del que se queda”. “En algunos hospitales facilitan hacer videollamadas entre el paciente y sus familiares o les hacen llegar una carta al enfermo. Ese tipo de gestos ayudan mucho”, explica.

Y es que no estar al lado de quien está sufriendo en los últimos momentos de su vida deja en sus seres queridos una herida muy profunda. Es normal que aparezcan remordimientos por palabras que no se dijeron a tiempo, por abrazos que no se dieron. Un dolor que puede verse recrudecido por el hecho de no ver más el rostro de la persona querida. “No verlo nos deja una espina clavada”, añade Ana Núñez.

“En algunos hospitales facilitan hacer videollamadas entre el paciente y sus familiares"

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Pueden surgir las dudas, agrandadas cuando trascienden casos como el de la residencia de Lugo que confundió la identidad de dos de sus usuarias, dando por muerta a la que había sobrevivido al COVID, y por viva a la que pereció.

Pero, por largo y doloroso que sea el duelo, hay que pasarlo, pues es el camino para recuperar la vida anterior. Sin embargo, ahora ya no sirven las recomendaciones que se hacían antes de la pandemia para ir saliendo poco a poco del pozo.

Los familiares de las víctimas de COVID no pueden despedirse como querrían. Iñaki Abella

El duelo más largo y penoso

“Lo que se recomendábamos antes es recuperar las rutinas, salir a la calle, ver gente... Pero lógicamente ahora tenemos que hacer matizaciones”, explica la profesional de Claves. Y por si todo esto no fuese suficiente, también se desmorona el apoyo social.

“En estos momentos no podemos abrazarnos, no podemos besarnos... En muchas ocasiones ni siquiera podemos ir a ver como está un familiar debido a los cierres perimetrales”, recuerda Ana Núñez.

Todo parece confabularse para que el duelo sea todavía más largo y penoso. Sin embargo, hay que esforzarse por mantener el cordón umbilical con el entorno familiar o de amistades aunque solo sea a través del teléfono.

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