En el colegio Filipenses-Sagrada Familia de Vilagarcía pueden presumir de un claustro de profesores internacional. Como cada año, una persona extranjera viene a ocupar la plaza de profesor de intercambio y este curso la oportunidad recayó en Megan Nurse.
Su inquietud por aprender y llevar a cabo su vocación docente, llevó a Megan Nurse a salir de su país hace ya algunos años. Originaria de Trinidad y Tobago, no tuvo reparos en aprovechar las oportunidades de ampliar conocimientos en la vieja Europa. La primera que se le presentó fue en 2009 en Francia en una población cercana a Lyon. Fue allí donde puso en práctica sus conocimientos en Filología. Aquella experiencia fue tan positiva que no dudo en volver a dejar su cálida patria para irse a la ciudad colombiana de Tunja en 2013, lugar en el que perfeccionó notablemente su castellano. Allí fue asistente de idiomas en la Fundación Universitaria Juan de Castellanos.
En 2018 Francia volvió a ser su lugar de trabajo hasta que el pasado año se fue a Barcelona con la intención de ampliar su bagaje en la enseñanza del inglés como idioma extranjero. La empresa Up International le abrió las puertas: "Cuando conocí su programa no lo dudé. Superé tres entrevistas para formar parte de su proyecto. Mis conocimientos de francés y español también me ayudaron. Además les dije que mi disponibilidad era total para ir a cualquier ciudad y cuando me plantearon Vilagarcía no lo dudé nada", explica.
Ya solo le faltaba instalarse y la casa de la familia formada por Joaquín Santórum, Uxúa Díaz del Río y los pequeños Javier y Pablo se convirtió también en la suya. Reconoce Megan que "me tratan genial y estoy encantada. Estoy muy cómoda y además vivimos cerca del colegio. En seis minutos estaba ya en el centro para empezar las clases".
El espectro de edades de sus alumnos iba desde los 6 hasta los 16 años y ya se había familiarizado con todos. "En general son muy buenos. Los de Primaria tienen más energía para hablar mientras que en Secundaria suelen tener un poquito más de vergüenza y hay que animarles un poquito", explica.
Y cuando más adaptada se sentía a su dinámica como profesora, llegó el estado de alarma. Buena parte de aquello que le gustaba hacer en sus ratos libres pasó a convertirse en prohibido, "cuando podía paseaba al lado del mar me encantaba porque me recuerda a Trinidad, que es la isla donde yo vivo. En las ciudades que estuve anteriormente no estaban tan cerca del mar y lo estaba disfrutando mucho".
Pero también existen dos cuestiones en el capítulo de inconvenientes en su estancia en Vilagarcía. El primero, sin lugar a dudas, la temperatura. "Hace demasiado frío y extraño mucho el calor". El segundo tiene mucho más fácil arreglo, "soy alérgica a los mariscos de concha, pero el pulpo lo puedo comer y me encanta. Igual que toda la comida de aquí".
Preocupada como no podía ser menos por la situación de su familia en su país."Todo es muy similar a lo que está pasando aquí. Somos menos habitantes, pero solo hay un centenar de contagios y está todo más o menos bajo control", dice.
Con la vista puesta en formarse para aspirar a una plaza en el sistema universitario francés el próximo año, reconoce que está aprovechando al máximo su confinamiento, pues "afortunadamente soy una persona que está muy cómoda en casa y lo llevo bastante bien. Estoy haciendo cursos de formación por internet y algunas tareas también para el colegio".
Hasta el mes de junio permanecerá en Vilagarcía y a falta de poder ejercer en el colegio, los pequeños Javier y Pablo están exprimiendo al máximo su estancia en casa para perfeccionar su inglés y también su francés con juegos como el parchís y las charlas como fuente de conocimiento.
