En la llamada Igrexa Vella se conserva una necrópolis de piedra, situada en el exterior del templo con 26 tumbas, la mayoría de adultos pero también alguna infantil, construida en roca enterrada bajo el suelo, y cubiertas con una o dos tapas. Este tipo de tumbas, explican los historiadores, tienen una amplia cronología, entre los siglos VIII-XII.

Pese a la importancia de este espacio histórico, uno de los primeros que en el año 380 se convirtieron al cristianismo por orden del emperador romano Teodosio, su conservación deja que desear, y en absoluto invita a ser visitado pese a las sucesivas inversiones que se han realizado. Darle el valor que merece, urge.