Los óleos de Goday reflejaban la esencia de todo un pueblo, antes de que en su "etapa en Madrid" descubriera "otros colores y paisajes, atraído también, como por el verde gallego, por la amarilla espesura de la Meseta castellana, derivando el cromatismo de sus creaciones en la espesura de un trazado plástico, neocubista".

Asimismo, dicen los expertos, "las figuras poliédricas reflejan una técnica impecable que en nada falsea las formas", consiguiendo el artista "un nuevo método de ver el cubismo y adaptarlo a la luz de la realidad de un paisaje perfectamente reflejado en el trazado".