El estigma que los incendios ha creado sobre los eucaliptos se esfuma en el Pazo de Rubiáns donde se conservan ejemplares dignos de cuentos de los hermanos Grimm por su gigantesco porte como el que marca uno de los extremos de la finca, justo en la entrada principal, con una altura de casi 50 metros y que para abrazar su tronco se necesita como mínimo una docena de personas. También llama la atención el ejemplar australiano plantado entre 1810-30 con formación en "pata de elefante", dibiujo que traza su propia raíz. Tal es el aprecio por estos árboles que la base de otro que se derrumbó en agosto del pasado año es hoy una vitrina de la Virgen del Carmen.