La reestructuración en la que trabaja el sector mejillonero gallego está claramente influenciada por el aumento de cierres de bateas a causa de las biotoxinas marinas; un incremento más notorio si cabe desde que la Comisión Europea impuso el nuevo método de análisis químico. Ahora que se buscan alianzas para crear nuevas agrupaciones, tratando de acabar con la atomización de la producción acuícola e impulsar organizaciones suficientemente fuertes para competir en el mercado nacional e internacional, muchos abogan por "poner los huevos en distintos cestos".

De lo que se trata, explican, es de que los grandes bloques organizativos que se formen puedan tener bateas en todas las rías -al menos en la mayor cantidad posible-, tratando así de sortear los episodios tóxicos o minimizar sus efectos.

La explicación es clara: Si una agrupación con un número determinado de socios tiene todas sus bateas en la misma ría, en caso de que ésta se vea afectada por las biotoxinas esa organización estará parada mientras persista el episodio.

Y hay un ejemplo más, el cual se refiere al último proceso tóxico sufrido en las rías gallegas -aún no ha terminado-. Resulta que una organización en concreto, considerado uno de los grupos líderes del sector, carece de bateas en la ría de Vigo, y resulta que cuándo ésta fue la única con polígonos abiertos dicha agrupación tuvo que permanecer de brazos cruzados y le fue imposible atender los pedidos de sus clientes.

"Cada uno tiene que ver dónde se mete", explica el presidente de una pequeña asociación de productores que aún no tiene claro con quién agruparse. "Se está hablando de formar tres grandes grupos productores, y puede que así sea, pero también cabe la posibilidad de que finalmente sean cinco, cada uno con sus propios proveedores y clientes", argumentan otros dirigentes del sector.

"Lo que está claro es que si tengo 300 bateas en una ría o una zona determinada, tengo que unirme a otras 300 que ocupen una lámina de agua diferente, para que así podamos seguir trabajando y compensando pedidos y ventas cuando lleguen los cierres por toxicidad", reflexionan en el sector.

"Lo que no puedo hacer es unirme a otros que vayan a estar cerrados al mismo tiempo que yo, ya que en ese caso todos estaremos fastidiados al mismo tiempo y todos venderemos en la misma época, con lo que volverán los problemas de siempre por la caída de precios y todo lo demás", reflexionan las mismas fuentes.

De lo que no cabe duda alguna es de que corren tiempos de cambios y se están produciendo importantes movimientos en el sector mitilicultor gallego.

Es así, sobre todo, después de que las alertas sanitarias de Francia volvieran a poner en tela de juicio la calidad del mejillón gallego, aunque el país vecino no aportara prueba alguna de ello y las intoxicaciones registradas allí se debieran a otros factores.

Pero el enésimo ataque de los franceses hizo reaccionar al sector, que ahora más que nunca parece convencido de la necesidad de unir fuerzas y esfuerzos, aunque muchos bateeiros siguen viéndolo colmo algo utópico.

En cualquier caso, como avanzó FARO el domingo, Francisco Padín Novas, presidente de la cooperativa Amegrove (O Grove) confirmó la inminente puesta en marcha de una gran organización integrada por esta entidad, Cons do Udra (Bueu), Socomgal (Moaña), Cabo de Cruz (Boiro), Illa (A Illa) y Proinsa (Sada).

Si esta fusión se hace realidad podría quedar constituido uno de los tres o cinco grandes bloques en los que se baraja reestructurar a la producción de moluscos, de ahí que los movimientos iniciados en este sentido puedan considerarse como históricos en un sector que atraviesa momentos muy difíciles desde hace un par de años.