Pablo Méndez dirigió la maniobra de reflotamiento del buque que se hundió el pasado 25 de mayo en el puerto de Vilagarcía, a consecuencia del fallo en una bomba de achique que provocó que se fuera a pique en unos momentos.

"Mi mayor deseo es que alguien se dé cuenta de lo importante que sería conservar este histórico barco. Cierto que necesita una enorme inversión porque la madera está muy podrida y tiene muchas fisuras, pero es parte de la cultura tradicional marítima".

"Es una verdadera maravilla de embarcación que las instituciones no deberían dejar que se pierda para que no nos arrepintamos en el futuro. Aún estamos a tiempo",

El "Carmen Barcia" lleva nada menos que veinte años amarrado a puerto, una etapa que ayer concluyó para dolor del que fue su romántico propietario, Carlos González, quien empeñó su vida y fortuna en esta embarcación histórica y tradicional.

Los expertos estiman que la restauración de este buque podría rondar el millón de euros, una cantidad muy similar a la que supuso renovar el Hydria II, a día de hoy abarloado en el puerto de O Grove.

Se trata de una fortuna que muy pocas personas podrían afrontar, pese a que con el Palomita Blanca se puede perder uno de los barcos tradicionales más relevantes de la historia marítima de la ría de Arousa.

El buque se lleva consigo una vida cargada de historia. Fueron sesenta años de navegación por todo el mundo, desde las rutas de África, Francia, Portugal...

En su bodega cargada de aceite, conservas, graneles sirvió a cientos de empresas de la comarca. También fue draga para el río Ulla. Y últimamente un verdadero emblema del puerto de Vilagarcía, donde descansó durante veinte años, hasta ayer mismo.

Recientemente, fue adquirido por un ferrolano residente en Redondela, Daniel Vázquez Rodríguez quien lo adquirió por un precio simbólico, con el propósito de su restauración, pero apenas obtuvo respuesta más que de algunos amigos, insuficiente para acometer una inversión tan enorme.

Y es que el barco es una verdadera joya de la navegación. Construido íntegramente en madera llegó a estar arbolado, aunque en la actualidad contaba con un motor Mercedes de doce cilindros en línea y 300 caballos, totalmente nuevo, que pronto será un montón de chatarra.

La bodega, bajo la cubierta es descomunal, un vientre gigante, como también lo era la sala de máquinas; no en vano se trata de un buque de 31,5 metros de eslora, 7,5 metros de manga y casi tres y medio de calado.

Destaca también en la cubierta un puente de mando que podría compararse con un verdadero apartamento, con todos los servicios incluidos.