El propio Chaves fue uno de los primeros que, desde su puesto en la Cofradía de A Illa, comenzó a reclamar medidas de protección sobre el islote, una acción a la que pronto se unió el Concello y que tenían como principal objetivo preservar la riqueza natural de la lengua de arena al mismo tiempo que la producción marisquera. Esta última descendía drásticamente a medida que aumentaban las embarcaciones de recreo cada verano, cuyos motores se encargaban de ir acabando con las diferentes especies de la zona.

No fue hasta el año 2011 cuando se consiguió implicar a Medio Ambiente en la necesidad de aplicar una serie de medidas especiales que garantizasen la pervivencia del islote. En ese momento, se fijaron una serie de normas para evitar que las embarcaciones a motor se acercasen a las playas, destacando la instalación de un perímetro de boyas que rodeaba todo el islote y en el que se obliga a amarrar a estos barcos, además de a aquellos dedicados al transporte de pasajeros por la ría de Arousa. A estos últimos también se les ha limitado el número de personas que pueden desembarcar, fijado en 60.

Desde que comenzaron a aplicarse las medidas se ha abierto expediente a una de las navieras y a una asociación que acampó en el islote.