Anxo Martínez / O SALNÉS

Gemma Chazo Abal es una cambadesa de treinta años que desde hace cuatro conduce ambulancias. Es consciente de que su trabajo era, hasta hace muy poco tiempo, un coto reservado a los hombres, y que a alguna gente aún le cuesta asumir que una mujer pueda ir al volante de un vehículo sanitario, pero tampoco le da demasiada importancia. Al fin y al cabo, está haciendo lo que siempre quiso hacer.

Gemma Chazo Abal trabajó durante nueve años como monitora de preescolar en Cambados, hasta que se decidió a hacer las pruebas para ser conductora de ambulancia. Cuenta que al principio fue díficil "porque apenas veías mujeres en este tipo de servicios", por la dificultad de las pruebas y exámenes -entre ellos el temido BTP, que ella sacó en cuatro meses- y porque al principio tenía que combinar los cursos del 061 con su trabajo de apoyo en la empresa Ambulancias de O Salnés.

Pero al final lo logró, y ahora conduce una de las UVI móvil del Hospital do Salnés. Ésta es una de las ambulancias en las que se trasladan a los heridos y enfermos más graves, cuando los médicos del Hospital do Salnés ya no pueden hacer más por ellos, y hay que derivarlos a Montecelo o al Xeral de Vigo.

"Es un trabajo de mucha responsabilidad porque no sólo llevo al paciente, sino también al médico y al enfermero que van detrás", relata.

¿Y qué es lo más bonito de su trabajo? A esta pregunta, Gemma Chazo responde que el contacto con la gente y la relación de amistad que a veces surge. En este sentido, y a modo de ejemplo, recuerda con gran cariño al historiador vilanovés Xosé Lois Vila Fariña, aquejado de una grave enfermedad hace unos años. Por este motivo, Gemma Chazo le llevó al hospital en alguna ocasión, y recuerda que el escritor se lo agradeció con una dedicatoria en su último libro, en el que narra precisamente sus vivencias en los meses posteriores a la enfermedad.

¿Y lo peor del trabajo de técnico en transporte sanitario? "Lo más duro es cuando llevas a un bebé grave o a gente joven que ha sufrido un accidente de tráfico", cuenta.

Preguntada por el machismo, confiesa que aún existen actitudes y creencias según las cuales una mujer no es la persona más adecuada para conducir una ambulancia a gran velocidad. "Me ocurre a veces que cuándo me subo a la ambulancia me preguntan si voy a conducir yo". Según ella, esos comentarios los suelen hacer los familiares del paciente, sobre todo cuando son de edad más o menos avanzada.

El personal de ambulancias es a menudo el primero que soporta los ataques de ansiedad y frustración de los heridos o sus allegados cuando éstos entienden que el vehículo tarda demasiado. "Al alertante siempre le parece mucho tiempo. Cinco minutos se le hacen eternos", comenta Chazo Abal. Pero explica que hay que tener en cuenta muchos factores, como el comportamiento de los demás conductores -que a veces no se apartan de la carretera hasta que la ambulancia está a punto de rebasarles- o el estado del tráfico. Vilagarcía es un ejemplo claro de esto último.

De hecho, los conductores de ambulancias estiman que el viaje entre la zona del mercado -donde tiene su sede el 061- y el Hospital do Salnés lleva unos seis minutos un día normal, si la ambulancia lleva activadas las luces de emergencia, pero que ese mismo viaje puede llevar hasta diez u once minutos un martes o un sábado por la mañana. Ella cree que las circunvalaciones serán la solución.