Stellantis Vigo sobrevivió y, un año más, se convirtió en el líder de producción de vehículos de toda España. La factoría, que aspiraba a rebasar su récord de producción, se quedó en un total de 495.000 vehículos, solo un 0,6% menos que en el año del estallido de la pandemia de COVID. El motivo no fue otro que la crisis de suministro de componentes, especialmente de uno ellos: los microchips. La escasez global de semiconductores impactó de lleno en la automoción, con paros continúas en todas las fábricas del mundo que, en el caso de Vigo, se tradujo en una reducción de más de 110.000 coches. Con ello, la plantilla vivió su segundo expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) desde que apareció el COVID en nuestras vidas y, ante las perspectivas de cara al próximo año, la dirección propuso y acordó un tercero. Todo ello en un curso en el que Stellantis Vigo amarró la quinta silueta de las furgonetas K9 con la llegada de la Fiat Doblò, inició la fabricación de las versiones eléctricas y recibió la visita del rey Felipe VI.
Desde febrero, la crisis de los microchips afectó a la fabricación de la planta de Balaídos, obligando a paros semana sí y semana también. El origen de esta escasez está en los efectos de la pandemia, momento en el que la demanda de este componente se disparó al formar parte de equipos tecnológicos tan demandados por los confinamientos como ordenadores, tablets o videoconsolas, en especial la reciente Sony PlayStation 5.