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Tragedia en el Atlántico

Una niña francesa fallece tras su rescate y el de su familia al hundirse su velero en Azores

El buque hospital "Esperanza del Mar", capitaneado por un vigués, recogió de las aguas al padre y a la pequeña, pero esta murió a bordo por efecto de la hipotermia -Los tripulantes de otros tres yates dañados por el temporal se salvaron

La alerta lanzada por cinco veleros que navegaban en aguas de las islas Azores, zarandeados por vientos de hasta 150 km/h y olas de 10 metros, ha tenido en jaque las últimas 48 horas a las fuerzas aéreas portuguesas. El amplio operativo de salvamento desplegado a 500 millas (900 km.) al sur de este archipiélago, apoyado por un avión de la guardia costera norteamericana, logró rescatar a 12 tripulantes de diferentes nacionalidades, entre ellos, un español de 45 años. Pero la tragedia quiso cebarse con la familia francesa que realizaba en el catamarán Reves D'o la vuelta al mundo que soñaban finalizar en La Rochelle (Francia) el próximo septiembre. Horas después de que fuesen recuperados de las aguas, cuando se creían por fin a salvo de la infernal tempestad, el matrimonio lloraba la muerte de su hija de seis años cuando era atendida por los médicos del Esperanza del Mar, el buque hospital del Instituto Social de la Marina (ISM) que hace unos meses zarpó de Vigo después de una profunda revisón.

El matrimonio formado por Claude y Sophie viajaba con sus dos hijos: Hugo, de 9 años, e Inés, de 6. María Martins, portavoz de la Marinha Portuguesa, confirmó ayer a FARO el desarrollo de los que consideró "fatales acontecimientos" surgidos en torno al salvamento de esta aventurera familia. Su llamada de auxilio se produjo al inicio de la madrugada de ayer y fue el último SOS de los cuatro recibidos en el Centro de Busca e Salvamento Marítimo de Ponta Delgada -la capital del archipiélago portugués- procedentes de embarcaciones deportivas que reportaban serios daños provocados por el mal tiempo (mástiles o timones rotos, sistemas de comunicaciones averiados...). Así que cuando arrancó la búsqueda del Reves D'o, afectado por un incendio, los helicópteros movilizados por la Fuerza Aérea Portuguesa (FAP) y barcos que surcaban la zona ya habían salvado la vida a ocho náufragos.

La fatalidad mencionada por Martins comenzó a fraguarse desde el momento en que el mercante Yuan Fu Star, de bandera de Hong Kong, detectó en su radar al catamarán francés. Era de noche, los trenes de olas no daban tregua, pero logró acercarse lo suficiente a su posición como para tenerlo al alcance de la vista, según Martins. Y en ese instante, cuando el mercante preparaba los botes auxiliares para recoger a los cuatro tripulantes, el mar se tragó al Reves D'o.

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Por fortuna, la que no les acompañaría minutos después, antes de que se hundiese su barco, Sophie y Hugo se subieron a una balsa, y Claude e Inés pudieron lanzarse al agua con el chaleco salvavidas puesto. Las informaciones aportadas por las autoridades lusas no concretan si los tripulantes del Yuan Fu Star que rescataron a los ocupantes de la balsa llegaron a ver a los otros dos. Pero tras confirmar Sophie con su propio testimonio que su marido y su hija seguían en el mar, el dispositivo volvió inmediatamente a reforzarse por el mar y el aire.

Todos los buques que se encontraban en la zona o próximos sabían de los náufragos desaparecidos y se ofrecieron a extremar la atención. Horas después, "los esfuerzos de este arriesgado despliegue", como enfatizaban desde la Marinha Portuguesa, volvió a dar resultado. Un avión de la FAP localizó al padre y a la hija flotando sobre las olas. Estaban vivos.

Tras confirmar su posición les lanzaron desde el aire un kit de emergencia médica. Cerca navega el buque hospital español capitaneado por el vigués Carlos García, quien ya había atendido la llamada de rescate de uno de los cinco veleros en apuros (el sueco Missy 32). Eran las 7. 30 (hora española) cuando el Esperanza subió a bordo a Claude y su hija. Tras luchar contra la fuerza de la naturaleza, la niña debía afrontar otra batalla, la de mantener la vida. No pudo conseguirlo; su cuerpo sucumbió a tantas horas en el mar. Sobre la once de la mañana, la Marinha Portuguesa notificaba el fallecimiento de Inés "por la larga permanencia en el agua".

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