Personaje popular del barrio vigués de O Calvario, Juan Rodríguez Puga falleció ayer a los 105 años. La fama se la propició su oficio de peluquero, que le hizo confraternizar con buena parte de los vecinos y vecinas que acudían a su local, pues como el mismo contaba orgulloso, no solo cortaba el pelo a los hombres, sino también a las mujeres.

Natural de la aldea de Sar de Penelas, en Castro Caldelas, O Puga, como se le conocía en Vigo, llegó a la ciudad después de la Guerra Civil, tras vagar por diferentes puntos de España y ser herido. Abrió entonces el negocio de peluquería en el Calvario, desde donde vio cambiar el barrio hasta su jubilación; aunque incluso después siguió cortando el pelo, como contó a FARO en un reportaje realizado en 2012 con motivo de la celebración de su centenario, que festejó con una gran comida familiar.

Relató entonces que su padre quería que fuese carpintero, pero que desde pequeño no le gustaba "eso de ir cargado" y empezó a afeitar a los vecinos de la zona. Allí aprendió y después continúo con ello.

Recordó también algunos de los momentos más difíciles de su vida, como la muerte de su hija de tan solo unos meses a causa del sarampión. "Había tanta miseria entonces que ni siquiera se podía tratar a los bebés enfermos", lamentó. También la muerte de su mujer, que falleció tras 80 años juntos, casi centenaria, y a la cuál recordaba con amor. "Era una joya", aseveró entonces.

El peluquero aseguraba basar su buena salud en la alimentación y una rutina escrupulosa. Su recomendación para el desayuno consistía en dos dientes de ajo, una barrita energética de muesli y una pieza de fruta de temporada. Salir a caminar y leer el periódico eran algunas de sus aficiones.

Su despedida se celebra hoy a las 16.30 horas en la capilla del tanatorio de Candeán para ser trasladado al cementerio de Pereiró.

O Puga tuvo dos hijos, ocho nietos y otros tantos bisnietos. Rememorando su vida, aseguró en aquel reportaje que, a pesar de todo lo malo que había pasado, la vida "vale la pena".