Como mucho hay diez años de diferencia entre el más joven y el mayor de la plantilla. Aunque el crecimiento de contrataciones ha sido vertiginoso desde el año 2012 cuando se instalaron los pioneros, han logrado crear un buen ambiente de trabajo.

"Es fácil crear comunidad entre nosotros porque tenemos muchas referencias comunes", explica Alba Fontán. "Somos deportistas y hacemos partidos, algunos se fueron a jugar al paintball hace poco", añade.

Todos desatacan las "actividades gastronómicas", es decir, las comilonas que celebran en su tiempo libre, que tampoco es mucho porque internet está abierto veinticuatro horas. Algo que afecta al departamento de reservas, donde trabaja Marcin Napieraj, y tienen turnos para cubrir un horario de nueve de la mañana a doce de la noche.

Este polaco se ha convertido en un enamorado de las rutas por el Miño. "Me encanta este lugar para trabajar. Tenemos bastante estrés, todo el día frente a la pantalla y con los cascos. En Madrid salía de trabajar y había más caos: el metro, las aglomeraciones... Aquí puedes desconectar de verdad de todo", asegura.