Las continuas borrascas y ciclogénesis explosivas que azotan sin tregua la costa gallega desde finales del pasado año están provocando la destrucción de dunas y un número anormal de varamientos de cetáceos, pero el fondo marino también está sufriendo sus consecuencias. Estos fenómenos meteorológicos adversos están acelerando la deforestación de los bosques de laminarias, vitales para el ecosistema marino atlántico por la inmensa cantidad de especies de fauna y flora que albergan.

Manuel Enrique Garci y Jorge H. Urcera, biólogos y submarinistas del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, ya constataron en 2013, año también de temporales, una pérdida importante de la masa forestal de laminarias en las aguas que bañan el Parque Nacional de las Islas Cíes, donde realizan los muestreos del proyecto "Cefaparques" que desarrolla el grupo Ecobiomar que dirige el profesor de investigación del CSIC Ángel Guerra.

"El bosque de laminarias es un hábitat inmenso, denso y de varios metros de altura, con zonas impenetrables. Son embargo, el año pasado ya descubrimos zonas totalmente despobladas", afirma el investigador.

Garci atribuye esta pérdida al fuerte oleaje y al exceso de agua dulce, consecuencia de las fuertes precipitaciones. "El efecto mecánico de las olas y la bajada de salinidad por la retención de agua están provocando la muerte de animales e impiden que el bosque de laminarias pueda desarrollarse", explica este investigador.

Los fuertes temporales también han impedido a estos dos buzos poder realizar los muestreos quincenales del programa que estudia los cepalópodos del archipiélago de las Islas Cíes. "Hacemos dos cada mes. Sin embargo, no hemos podido bajar desde el 21 de enero", explica Garci, que espera poder "aprovechar la tregua" de mañana para sumergirse.

Garci explica que los bosques de laminarias son de vital importancia para la fauna marina porque sirven de refugio a numerosas especies, muchas de ellas comerciales, como la nécora y el pulpo, y también de alimento para otras, como el erizo, además de ser acumuladores de carbono. "En él puedes encontrar nécoras juveniles colgadas de las hojas y al pulpo atravesándola por el fondo, al acecho de sus presas", relata el investigador. Ante esta estrecha relación, no es difícil deducir que si desaparecen estos "árboles marinos", lo harán también las especies que cobija. Al pulpo, por ejemplo, tampoco le gusta el agua dulce, apunta el biólogo, por lo que los fuertes temporales también podrían afectar también al cepalópodo.

La desaparición de los bosques de laminarias no es nuevo. El año pasado, un estudio alertaba de la desaparición del 95 por ciento de estas masas de algas en el Cantábrico en los últimos veinte años y ya se advertía de que este problema también se daba en el Atlántico. "Lo peor es que en el fondo del mar no podemos reforestar como cuando se incendia un bosque", apunta Garci.

Los continuos temporales también están provocando que los varamientos de cetáceos y tortugas se disparen, superando en un mes y medio los 140 en la costa gallega, cuando la media anual es de 200.

Sin embargo, este fenómeno adverso también beneficiará a algunas especies, concretamente a las que desovan en los ríos, como el salmón y la lamprea, que se aprovecharán del agua acumulada en los cursos fluviales durante los temporales. El propio océano aprovechará también la fauna y flora muerta. "El mar es capaz de recuperase y aprovechar todos esos minerales para la fotosístesis", añade el investigador vigués.