Los actos cotidianos pueden convertirse en una obra de arte. Al menos si se realizan con una mirada abierta. El artista vigués Din Matamoro actúa así y, como resultado, se encuentra con sorpresas como que los huevos que fríe para su hija son en realidad gallinas. Saca su cámara y, antes de que la pequeña unte el pan en el apetitoso bocado, rescata la ilusión visual para siempre.

No es la primera vez que Din experimenta con los alimentos ni la primera que su obra se convierte en un juego que hace soñar a los que observan su obra. Las bolsas de plástico que se convierten en conejos y los dibujos que, de forma también casual, se crean con la espuma del baño, son algunas de las ensoñaciones recogidas por el fantasioso objetivo del artista vigués.

Esta vez, las fotografías de los huevos fritos de Din han trascendido el ámbito artístico al terreno científico. Sus imágenes son recogidas por la prestigiosa revista Scientific American que dedica un número especial –que está este mes en los quioscos estadounidenses– a las ilusiones visuales protagonizadas por alimentos.

La científica gallega Susana Martínez-Conde y su colega Stepehn L. Macknik firman un extenso especial que consta de diez artículos sobre las ilusiones ópticas; uno de los cuales se dedica exclusivamente a las ilusiones creadas con alimentos, en el que aparecen las fotografías de Din. Los autores son los directores de laboratorio del Instituto Neurológico Narrow, ubicado en Phoenix.

Scientific American es la revista de divulgación científica más importante de Estados Unidos y también la más antigua. En España se publica con el título "Investigación y ciencia", aunque suele llegar con un retraso de dos meses. La revista se publica mensualmente y, cada año, realiza además cuatro números especiales monográficos.

En su reportaje, Martínez-Conde y Macknik hacen un repaso histórico sobre las ilusiones ópticas culinarias, de las que hay registro desde la Edad Media. Así, en aquellos tiempos cuentan que se cocinaba el pescado para que pareciera carne de venado o cómo los banquetes más extravagantes incluían delicatessen –en ocasiones inquietantes– como albóndigas hechas para parecer naranjas, trucha preparada para confundirse con guisantes y marisco que, en realidad, resultaban ser vísceras.

Junto a las fotografías de Din, el reportaje se ilustra con un curioso bodegón del artista italiano Giuseppe Arcimboldo que, tras un recipiente con verduras muestra un rostro; los paisajes realizados con alimentos del fotógrafo londinense Carl Warner, además de varios ejemplos de cómo pelar las frutas y verduras puede dar lugar a sorprendentes figuras.