La colaboración con instituciones de otros países es la clave para que una microempresa pueda iniciar su proceso de internacionalización. De crear y fomentar este nexo se encarga la Asociación Española Multisectorial de Microempresas, AEMME, que ayer celebró, en el Liceo Casino de Pontevedra y en colaboración con la Consellería de Economía, una jornada sobre la expansión de pequeñas empresas.

-¿Cuál es el principal problema con el que se encuentran las pequeñas empresas para dar el salto a la internacionalización?

-No tienen la capacidad financiera suficiente, a lo que se ha sumado que ahora, al haber tan poco trabajo, el mercado en España es más competitivo. Además, las estructuras pequeñas no tienen personas especialistas en cuestiones como el marketing. Nosotros lo que planteamos es que desde una asociación española podemos relacionarlos con instituciones de la sociedad civil de otros países que también tienen la misma preocupación: colegios profesionales, asociaciones, fundaciones... Son conglomerados de la sociedad civil que aúnan esfuerzos y que aportan la confianza de que en cualquier aventura que tú hagas internacional hay un grupo de confianza que te puede ayudar.

-¿Cuáles son los países con los que podemos mantener lazos más fuertes en este sentido?

-Países que ya son receptores de las empresas exportadoras españolas u otros, como ha ocurrido en los últimos años, que tienen una cultura, tradición o lengua similares a las nuestras. La Alianza del Pacífico es un objetivo muy interesante porque son países en los que está creciendo la clase media, como ocurre en algunos de Iberoamérica, que tienen una vinculación emocional grande con España y con mercados competitivos. Ahora mismo, con la crisis aquí, muchas empresas han ido allá. Cualquiera producto con un valor añadido que aquí tenga una dificultad o una competencia muy grande puede ser capaz de entrar en el mercado si realmente tienes un socio de confianza que realmente quiera ayudarte, que no te haga perder el tiempo. Lo importante, aunque no exista mucho dinero, es el emprendedor, la idea, tener claro qué se quiere realizar y estudiarla muy bien.

-Ha mencionado en un par de ocasiones la cuestión económica. ¿Cuánto puede costar el proceso de internacionalización de una microempresa?

-Por la experiencia que tenemos, la internacionalización de una empresa, entendida como una empresa que empieza a facturar en el exterior, porque se implante o porque exporte, puede conseguirse tras una inversión de entre 30.000 y 60.000 euros.

-¿Es mucho dinero para una pequeña empresa?

-El problema es que para una pequeña empresa que no tiene margen de beneficio grande es inviable. Por ello nosotros estamos consiguiendo procesos de internacionalización con una inversión previa de entre 0 y 10.000 euros. Lo que hacemos es que en todos los viajes, expediciones, primeros contactos... se pierda el menor dinero posible. La persona que va puede estar representándose a sí misma, a diez empleados, cincuenta o una multinacional y los costes operativos son los mismos, muy altos. Lo importante es no perder el tiempo y entrar en lugares donde te quieran ayudar y no te vean como a una persona que trae dinero e inversión, que puede ser, sino que trae un valor añadido y que necesita la ayuda de una persona o empresa local para ser capaces, juntos, de construir una empresa en el extranjero.

-¿Cuáles son los sectores más fáciles de internacionalizar?

-Bancos, energía... ya hicieron un camino preliminar, sobre todo en Iberoamérica. El sector de la construcción experimentó un repunte de internacionalización con la crisis, y hubo otros que le acompañaron. Lo que planteamos a microempresas como pequeños estudios de ingeniería, topografía, laboratorios... es ir a ciudades grandes donde hay oportunidades para todo tipo de nichos. La clave es el apoyo a la persona e intentar compensar la falta de dinero.