La textura de las hojas, las flores y los troncos, que puede percibirse a través del tacto; los sonidos derivados del paso del viento por las hojas o los trinos de los pájaros y el aroma de los árboles, flores y plantas olorosas. Son tres modos de percibir los paisajes en los que la vista pierde su habitual papel preponderante, como pudieron comprobar ayer los alumnos que participaron en la clase que impartió el ingeniero agrónomo y micólogo Jaime Blanco Dios.

Éste invitó a los estudiantes a explorar aromas, texturas , sabores, sonidos y formas, las áreas en las que se centran los jardines sensoriales, a fin de que puedan ejercer de guías para socios de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE).

El profesor, coautor con Amancio Castro González de la guía de árboles y arbustos de Pontevedra, fue explicando a los estudiantes del Ciclo Superior de Guía, Información y Asistencia Turística distintas especies que pueden ser de interés para las personas con deficiencias visuales.

"Especialmente", explica el ingeniero agrónomo y reciente Premio Ciudad de Pontevedra, "nos detuvimos ante coníferas como el pino de Oregón", un ejemplar ubicado en las proximidades del monumento al soldado desconocido.

Muy cerca se encuentra el llamado Palo borracho, con pinchos en la corteza y que los futuros participantes en la visita podrán tocar para familiarizarse con su textura.

En total, los estudiantes se familiarizaron con las características de 18 árboles y plantas con un olor o textura especial.

"Cada uno destaca por una cualidad, por ejemplo el tacto de las palmeras o los especiales olores de las coníferas", indica el experto.

El periplo incluyó los jardines dedicados a Enrique Marescot situados frente a Bellas Artes, los de Vincenti Las Palmeras.

Como la visita en la que los alumnos ejercerán de guías se celebrará a finales del próximo mes de marzo, en el itinerario también se incluyeron plantas que florecerán en esas fechas, como los llamados "limpia tubos" o los rododendros,. La idea es que dentro de dos meses los socios de la ONCE puedan tocar las flores y redondear así este periplo por la naturaleza urbana, degustada en forma de olores, texturas y sonidos.