El fuego que calcinó la Serra do Fial das Corzas, en el Macizo Central Ourensano, destrozó la cobertera de matorral formada por brezo y carqueixa, además de los acebos y abedules que hay en los valles, que constituyen el refugio y la alimentación de corzos, jabalíes, jinetas, garduñas, martas, tejones y gatos monteses. Se trata de una orografía muy accidentada, donde asoman como dientes de sierra la secuencia de cumbres y valles, que van bajando hacia A Ferreiría y A Edreira, dos poblaciones de viejas vaquerías que perdieron las zonas de pasto. Ahí está el naciente de todos los arroyos que van a nutrir el río Navea.

Especialistas consultados, sostienen que en el fuego perecieron miles de animales, como insectos, reptiles, pequeños mamíferos y pájaros. Hay que tener en cuenta que estos últimos no se saben orientar durante la noche y se dirigen a los puntos de luz, por lo que, inevitablemente, muchas currucas, de las que se alimentan especies superiores como el águila culebrera, el ratonero común y el halcón "resultaron abrasados" en los numerosos frentes del incendio. Las especies superiores tuvieron más posibilidades de defenderse de las llamas, aunque algunos ejemplares no pudieron escapar a la trampa que suponen las cañadas, cuando sube por ellas el fuego desde la base.

El incendio partió el domingo de la zona alta de Camba y fue evolucionando hacia el norte, hasta llegar al límite de Laza con Chandrexa de Queixa. Arrasó la Serra de Fial das Corzas, que se encuentra entre la Serra de San Mamede y el Parque Natural do Invernadeiro.

Laza fue el concello más afectado de Galicia por los incendios este verano, al concentrar el fuego del Macizo Central, en el que resultaron calcinadas más de 1.100 hectáreas de terreno, y el de Matamá, en el valle del Támega.

En vista de la proliferación de incendios en esta zona, tanto el Concello de Laza como los ecologistas contemplan la prioridad de establecer contactos con la Xunta, con los vecinos y los ganaderos de la zona para analizar las causas que "llevaron a la destrucción brutal de un paraje de red natura". Consideran imprescindible "ver si hay un desequilibrado o algún interés en la zona", como la actividad del pastoreo, al existir la antigua cultura de las quemas y del fuego para conseguir pastos para las vacas.

La normativa actual prohíbe que los ganaderos puedan utilizar el monte quemado como lugar de pasto, durante un período de dos años, como medida de prevención contra el fuego y para evitar la erosión de los terrenos, pero muchos de ellos son conscientes de que dentro de unos meses "la vigilancia no va a ser intensa", en una zona de difícil acceso, con caminos de tierra, a mil metros de altura.