La residencia Nosa Señora das Dores, de Lalín, comenzó a funcionar en 1989 y en la actualidad cuenta con un centenar de usuarios, entre los 84 de la residencia y los 16 que acuden al centro de día. Desde hace unos meses, el inmueble se está sometiendo a una reforma para ampliar su capacidad en ocho plazas residenciales y una de enfermería. María José Batán se encarga de su gestión desde hace 11 años.

-La residencia que usted dirige es un claro ejemplo de hasta qué punto ha cambiado el concepto de la función que tienen estos servicios.

-Así es. Nuestro centro está muy metido en la organización de actividades porque, al vincularse a una entidad de iniciativa social [la Asociación para a Protección dos Anciáns de Lalín e da súa Comarca, Apalc], pone en marcha eventos para que nuestros ancianos se integren a nivel cultural y lúdico en el pueblo. Por eso acogemos conciertos de colectivos, o ponemos en marcha actividades intergeneracionales con niños, jóvenes y voluntarios, porque esto nos permite recoger sus experiencias de vida. También hacemos intercambios de nuestra coral con otras corales, o viajes culturales y religiosos dentro o fuera del ayuntamiento. Con el paso de los años, la visión de unas y otras generaciones sobre los geriátricos ha cambiado. Una residencia ya no está para pasar los últimos días de la vida. Es cierto que la parte asistencial es fundamental y que las personas mayores tienen características comunes como la enfermedad o el deterioro, pero está también el lado humano, como la mejoría de esas enfermedades, los cuidados que recibe esa persona o la posibilidad de que así su familia pueda conciliar. Ahora, una residencia demuestra que aún queda mucho por vivir, pues tenemos varios internos casi centenarios, y con una buena calidad de vida, y que nuestros mayores nos aportan unas experiencias que nos ayudan a los más jóvenes a valorar la salud y el esfuerzo.

-¿Tardará más en cambiar la asociación del cuidado de los mayores al género femenino?

-Sí, es algo que ocurre en la mayoría de los centros, que buena parte de la plantilla se compone de mujeres. En nuestro caso, de los 45 empleados, sólo 5 son varones. Pero, poco a poco, ya es más común ver chavales haciendo prácticas del ciclo de atención sociosanitaria.

-Antes de asumir la gestión de la residencia de As Dores, usted tuvo un contacto muy directo con el tejido empresarial de Lalín, al formar parte de la Asociación de Empresarios de Deza. ¿Es siempre necesario un único colectivo de este tipo, tanto en los buenos tiempos como en los periodos de crisis?

-Yo comencé a trabajar en Caixa Vigo, recién licenciada, y esto me sirvió como trampolín para formar parte de la AED y después pasar al cargo que ocupo en la actualidad. Formé parte de la AED durante 12 años, desde mediados de la década de los 90, en una época de constante la apertura de comercios. Mi trabajo estuvo muy cercano a empresarios y comerciantes, y recuerdo que cuando ponías en marcha un plan de formación, casi todos los alumnos terminaban trabajando en las empresas en que hacían prácticas. Era una situación distinta a la que vendría con la crisis, porque en esos años era muy importante el empleo en la construcción y afines. Pero eso sí, tengo claro que siempre debería haber una asociación única, centrada y fuerte.

-Conoció la época de esplendor en la AED, y años más tarde, la recesión económica como edil de Comercio, entre 2011 y 2015. ¿Cómo valora esta etapa?

-Para mí fue un periodo muy positivo, en el sentido de que entré en contacto con algo nuevo, con la política. El ser concejal, ese servicio al pueblo, es muy bonito y es un orgullo. Viví una época, como edil, en la que los índices de paro dieron muchos sustos, la ocupación femenina se desplomó, cerraron locales y varias empresas se acogieron a procesos de regulación de empleo. Todo ello afectó al consumo. Fue muy difícil gestionar los pocos recursos que teníamos y con ellos conseguir resultados eficaces, porque la situación ea cambiante. Tampoco tuvimos muchos tiempo para desarrollar programas, porque tres o cuatro años no son suficientes para crear grandes proyectos de promoción de empleo.