-Fue muy bonito. Lo que pasa es que éramos unos cuantos a los que nos daban las insignias, y como no me había preparado ningún discurso, tenía pensado ver qué decían los demás para saber por donde tirar. Lo que no me imaginaba es que iba a ser el primero en subir para recoger el premio. Cuando fuimos a comer me pidieron que contara algo de Lalín, y me acordé de varias anécdotas que me pasaron cuando trabajaba aquí, y fue lo que les terminé contando. Fueron tres casos muy graciosos que les gustaron mucho a todos.