Tabeirós-Montes vivió con fervor un Viernes Santo que tuvo sus puntos álgidos en Cerdedo con la escenificación del Desenclavo del Cristo articulado ante La Dolorosa y en A Estrada con la procesión del Santo Entierro organizada por la Cofradía de la Santa Cruz, que recorrió durante dos horas 2,2 kilómetros de calles,algunas de ellas nunca antes transitadas. Es el caso de Padrón, Waldo Álvarez Insua, Peregrina, Fernando Conde, Varela Buxán o Iryda, donde una vecina -espontánea- lanzó desde su ventana una lluvia de pétalos de flores al paso de la Santa Cruz.

Fue una de las anécdotas de una procesión en la que se dieron cita numerosos cofrades, penitentes y fieles. Conformaron una larguísima comitiva que procesionó en un respetuoso silencio, solo roto por el ruido de las gruesas cadenas que arrastraban los pies del penitente que llevó a cuestas una gran cruz hasta la confluencia de Varela Buxán con Fernando Conde (donde tomó el relevo un segundo penitente, emulando al Cireneo), por el sonido de los tambores y las trompetas de la veintena de músicos locales uniformados que marcaron el paso y por las saetas a La Dolorosa y al Cristo de la Agonía interpretadas por dos mujeres desde emblemáticos edificios de Calvo Sotelo y A Farola.

La cofradía estrenaba al fin la carroza del Niño Jesús que no pudo procesionar el pasado año por la lluvia. Niños y adolescentes vestidos de nazarenos pero sin capirote la acompañaron todo el trazado, seguidos de otros nazarenos infantiles y adultos cargados con sus respectivas cruces, los dos penitentes que arrastraban la cruz grande, la Verónica, la nueva cruz guía, la carroza de la Santa Cruz (conducida por penitentes con capirote, entre los que figuraba como más veterano Jesús Leis Camba, desafiando a sus 98 años), la banda, la urna del Santo Sepulcro a hombros de penitentes con cubrerrostro, devotas (dos de ellas infantiles) con mantilla española) y la carroza de La Dolorosa, rodeada de mujeres. A la zaga, se situaban los sacerdotes y, detrás, el alcalde y ediles del equipo de gobierno.

La iniciativa exigió un importante despliegue de efectivos de Policía Local y Emerxencias de A Estrada, que velaron por la seguridad del evento. Los accesos al mismo se protegieron con un centenar de vallas y vehículos policiales.

Fueron muchos quienes en algún momento secundaron la procesión y también los que se apostaron en la calle para verla o se asomaron a puertas de establecimientos hosteleros, balcones y ventanas para contemplarla. Al ser tan larga, algunos comentaban que no había sido demasiado secundada. Pero lo cierto es que, al final del trazado, a las 23.00 horas, la iglesia parroquial estaba llena. El párroco José Antonio Ortigueira agradeció su participación a quien quiso dejar testimonio de su fe secundando esta procesión del Santo Entierro que, paradójicamente, contribuyó a dar vida a las calles de A Estrada.