Por el momento no hay vuelta atrás. Las relaciones entre el alcalde de Lalín, Rafael Cuiña, y el Partido Popular de la capital dezana están tan dañadas que están quebradas. No solo por parte del mandatario, que a título personal y no extendiendo esta decisión a su gobierno, dio por rota cualquier tipo de relación con el PP y con su portavoz municipal, José Crespo. La réplica del partido de la oposición llega de la mano del exalcalde, quien advierte a Cuiña que su postura no es buena para Lalín, además de recordarle que el PP representa "casi a la mitad" de los ciudadanos.

Crespo sostiene que tras diez meses de gobierno en la calle se aprecia "miedo" a manifestar "opiniones en libertad por la actitud intolerante de Rafael Cuiña". El popular dice que agradece esta ruptura de relaciones si su formación debe soportar calificativos como "alimañas" o "calaña". Añade que el alcalde debería aprender a diferenciar cuestiones políticas de las personales y aumentar un poco su nulo nivel de encaje de la crítica política y de tolerancia con los discrepantes. Para José Crespo el primer edil debería dejar de escudarse en la figura de su padre, sobre todo cuando lo hace representando un papel "de indignación superlativa impostada" y solo pensando en réditos políticos. Para Crespo sí resulta claro que él y Cuiña tienen conceptos distintos de la lealtad, pues esto no representa un seguidismo a ciegas sino "valor y sinceridad para decirle lo que piensas a las personas que aprecias". En estos términos interpreta Crespo este concepto y por eso afirma que esa fue la lealtad que le profesó a Xosé Cuiña "por mucho que ahora intente distorsionarla él".

La actitud del regidor al anunciar la ruptura de relaciones con el Partido Popular lalinense parte para Crespo desde el flaco favor que Cuiña le está haciendo al pueblo de Lalín al sembrar odio y fomentar la división social en bandos o manteniendo una actitud intolerante y soberbia con todos aquellos que piensan diferente. Compara al alcalde con los que como él se arrogan una superioridad moral sobre los demás. Y dice que al PP siempre le "cuelgan sambenitos como fachas o franquistas", pero que durante los 25 años de mandato Crespo no recibió quejas por la calle de personas que tuviesen miedo a manifestar públicamente su opinión. "A día de hoy, después de solo diez meses del cambio de gobierno, esto ocurre con Rafael Cuiña y por eso debería repensar su actitud".

José Crespo eludió pronunciarse sobre las acusaciones de política clientelar aludidas por Cuiña y tampoco acerca de su petición de dimisión por su gestión.