Patricia Soley-Beltrán es doctora en Sociología del Género por la Universidad de Edimburgo y miembro del grupo de trabajo de antropología del cuerpo "Cos-logia" (Institut Català d'Antropologia), además de miembro fundadora de la International Society for Cultural History. También ha sido modelo y actriz. Habló ayer en el curso de verano de Lalín sobre Muñecas que hablan. Ética y estética de los modelos de belleza en publicidad y moda.

-¿Cómo fue su paso de modelo a crítica y teórica?

-Hubo una previa depresión post-modelo de tres años, para luego renacer como estudiante universitaria, porque yo había dejado de estudiar. Al cabo de 11 años lo volví a recuperar, en un momento en que mucha gente pensaba que yo tenía un gran futuro como actriz. Lo dejé, arriesgándome a ser calificada de "loca", como efectivamente pasó. Fue un final doloroso, yo quería terminar, pero no podía. Yo, desde los 17 años, ganaba un dineral, pero tampoco tenía tiempo para formarme en otra profesión alternativa. Es un momento delicado, caes de una especie de burbuja y el aterrizaje es duro. Me costó volver a la universidad, pero luego fui a estudiar fuera y fue fantástico. Quise investigar, y seguí con un doctorado. Luego me puse a investigar sobre las modelos, y de ahí salió un ensayo que acabé hace un par de meses. Ahora ya no sé muy bien por dónde va a ir mi vida.

-¿Cómo cambió en las últimas décadas la conceptualización del cuerpo femenino?

-Judith Butler fue muy importante. Estaba la teoría práctica de Bourdieu, la sociología del conocimiento de Foucault, y Butler recoge la pragmática de Austin y la aplica sobre el cuerpo desde el feminismo. Esto es un salto adelante. Desarrollamos la idea del cuerpo como algo que no es un ente biológico inamovible: El cuerpo en sí mismo es modificado y alterado por los condicionamientos sociales. Vemos el cuerpo como artefacto.

-¿Cómo se representa en la publicidad?

-No ha cambiado mucho, quizás aparecen mujeres más activas que antes, cuando eran representadas solo como amas de casa, pero todavía hay muchos estereotipos. Se hace aún más énfasis en la belleza de las mujeres, y al tiempo gana importancia la belleza de los hombres.

-¿Cómo se representan los estereotipos raciales y de clase?

-No se representan personas que no sean blancas, o, cuando se representan, lo hacen como "etnia", como si los blancos no fuesen una etnia. Hay una invisibilización, no tanto práctica como conceptual, de esas personas. Es la invisibilidad que promueve el etnocentrismo: la raza que está considerada universal por definición es la blanca. Las demás son alteridad. Lo universalizable es lo blanco, lo otro son "etnias".

-¿Y cómo se representa la masculinidad?

-Está apareciendo una nueva masculinidad, sobre todo en publicidad, que es la que se cuida a sí misma, que se permite un aspecto agradable, aunque esté al servicio del consumo. Hay un cierto debate sobre esto: Si está realmente liberalizando la imagen del hombre o si está poniéndole otra exigencia encima, y además ligada a un consumo obligatorio. Es un debate abierto, está en manos de los consumidores.

-¿Existen modelos alternativos que se rebelen contra los postulados de la moda?

-Hay artistas trabajando un discurso crítico sobre la cuestión del cuerpo.